Ayer mi amigo Elpidio estaba más enfadado que de costumbre. Según me dijo, era el 20 aniversario de la Cadena Tele5 y se había obligado a ver durante todo el día esa cadena para conmemorar la efeméride. Y claro, una sobredosis es una sobredosis, y eso no hay cuerpo que lo aguante.
Yo enseguida le diagnostiqué que sólo era un abuso de “esperpento”, que como todos saben no es nada más que una deformación sistemática de la realidad, recargando sus rasgos más absurdos.
No paraba de repetir que era imposible que nadie con una mediana capacidad mental, pudiera seguir más de minuto y medio uno de esos programas que ofrece la cadena.
Yo le tranquilicé, porque ya se sabe que no hay mal ni bien que dure más de cien años, y ya sólo nos quedan ochenta.
Él se preguntaba cómo se las habrían arreglado para unir a esa pléyade de fantoches que son capaces de subvertir todos los valores. Las Karmeles, Lidias, Milas, y los Quicos, Jorjejavieres y Matamoros, se esfuerzan todos los días en hacer que el paradigma del buen gusto, de la sensatez, de la distinción, de la cultura, del glamour, de la elocuencia y del refinamiento de su estrella “la Belén” esté consiguiendo sonrojar a todo un país, con el agravante de que esa “buena madre” se ha convencido a sí misma de que es todo eso, y mucho más: es el ejemplo a seguir y se considera la portavoz y representante del pueblo.
Yo le dije que tenía razón, que a poco que nos descuidemos, los políticos, los periodistas (los que se llaman de verdad) los comunicadores, los educadores y todo el pueblo, se van a terminar pareciendo a Belén Esteban, y entonces, ¡Que Dios nos coja confesados!