Lo confieso avergonzado, yo copié íntegramente mi T.D.M. (Trabajo del Día de la Madre) en parvulitos.
El que yo había hecho era bastante deficiente y copié, sin escrúpulos, el que estaba haciendo mi compañero del pupitre de al lado.
Aunque no tengo de qué dimitir, lo confieso con rubor, para seguir con la regeneración moral que se pide insistentemente desde las altas instancias políticas del País.
Y que cunda el ejemplo.