Puede ser que ya me vaya haciendo mayor, pero muchas propuestas que veo en televisión, cada vez me van pareciendo más impresentables. Bueno, en televisión, en la prensa y en los llamados medios sociales. No tengo Twitter, ni Instagram; aunque si tengo una cuenta oculta en Facebook, y por supuesto, este blog. Es posible, incluso que algo de lo que publico no merezca la aprobación de mis lectores, pero procuro mantenerme en los límites del decoro y del buen gusto (el mío, por supuesto).
Pero ¿ A que viene todo esto ? Os preguntaréis con razón. Pues viene a que el personal es muy dado a exponer sus “vergüenzas” tanto físicas como morales a la opinión ajena y los espectadores, al menos yo, sentimos una cierta “vergüencita” ajena cuando lo vemos.
Y no solamente son “Las Campos” las que, en un delirio de protagonismo, nos cuentan sus operaciones, sus desgracias familiares, sus relaciones sexuales y nos muestran su decadencia (me figuro que por una cuestión crematística); sino que personas anónimas, y no por dinero, publican sus fotos o las de sus familiares en Instagram o en Facebook, provocando en los demás esa vergüencita” ajena, que hace sonrojarnos en la intimidad.
Y para mayor “inri” se exponen a recibir los comentarios de sus “visitantes”, muchos de los cuales producen vergüenza ajena (esta vez sin diminutivo), y no digamos si alguna de estas fotos o comentarios se empiezan a compartir en la red y consiguen ser “trending topic”, entonces esos selfies tan monos que nos atrevemos a hacernos, si que pueden avergonzarnos a nosotros y a todos nuestros descendientes por toda la vida.