Tanto en los comunicados de las distintas fuerzas políticas que se presentan a las elecciones como en el debate virtual que ha publicado el Eremita en los últimos días, se ha planteado la difícil situación de la Vega y la urgente necesidad de tomar medidas para que no se siga degradando. Pero ninguno ha insinuado siquiera una posible solución.
Alguien se podrá preguntar cómo me atrevo a opinar sobre agricultura si mi actividad profesional estuvo dedicada a las finanzas; sin embargo mi relación con los agricultores no solo se remonta a mis recuerdos familiares, sino que también, de 1965 a 1973, durante ocho años llevé la administración de la Comunidad de Regantes de Chinchón, años en los que pude conocer muy de cerca la problemática de la agricultura en nuestro pueblo, y en base al conocimiento que me aportó esta relación con los agricultores, me he animado a expresar mi opinión sobre este importante asunto.
El hecho es que desde hace varias décadas han ido proliferando las construcciones ilegales en la Vega de Chinchón, sin que nadie en este tiempo haya querido o podido enfrentarse al problema.
Aunque con tirar todas las casas ilegales de la Vega no se habría dado ninguna solución a la agricultura de Chinchón que requiere medidas para que sea viable y sostenible. Medidas creativas y acordes con la situación económica, laboral y productiva que demanda sociedad actual.
Porque la situación de minifundios hace que la mecanización no sea eficaz ni rentable. Habría que recordar los tiempos en que Chinchón llegó a tener uno de los mayores parques de tractores del entorno, aunque muchas veces se usaban como transporte sustitutivo de coches o motos para bajar a la Vega y menos como herramienta de labores agrícolas.
También recordar que nunca se llegó a hacer una concentración parcelaria que a mediados del siglo pasado podría haber dado respuesta a las necesidades de la agricultura, pero que ahora no supondría ninguna solución eficaz para el sector.
Tampoco solucionó casi nada la canalización del agua para el riego, como no fuera la eliminación de los grandes costes que suponía la limpieza de caces y caceras; aunque tampoco se aprovechó la oportunidad para ampliar las tierras de regadío, y los agricultores y propietarios (que no siempre son los mismos) tienen que afrontar ahora los costes del agua.
Otra realidad es que el número de agricultores ha disminuido considerablemente. De ser Chinchón un pueblo eminentemente agrícola, se ha pasado a que sólo unas cuantas familias vivan únicamente de la agricultura, aunque haya propietarios que sigan cultivando viñedo y olivar como complemento a otros ingresos, como sus reducidas pensiones agrarias.
Se que es difícil la solución, que posiblemente habría que dejar hablar a los técnicos, pero habrá que pedirles que ofrezcan soluciones viables y sostenibles para la agricultura. Es verdad que una tierra fértil como la de nuestra Vega no se puede desperdiciar para la construcción, para lo que hay otras localizaciones sin necesidad de desperdiciar el terreno apto para el cultivo.
No es cuestión de volver a repetir una propuesta que ya hice hace veintitantos años en la revista Fuentearriba en un artículo que titulé: “La concentración parcelaria: Buscar la utopía” pero sería necesario aportar ideas originales y atrevidas que propongan una solución para la agricultura en Chinchón.
Posiblemente algunas propuestas puedan parecer una barbaridad, por eso sería interesante conocer cuáles son las propuestas que hacen las distintas fuerzas políticas que se presentan para solucionar los problemas de nuestro pueblo; porque con indicar el problema no es suficiente, es necesario proponer soluciones.
Si no, todo quedará en un postureo inútil que sólo vale para quedar bien en una campaña electoral y decir que la solución no está en sus manos, sino en estancias superiores, que es una forma de decir, que no se piensa en hacer nada. Porque tampoco sirve de mucho sacar los tractores a la calle y llevar pancartas diciendo que hay que salvar la agricultura, si no se hacen propuestas para encontrar una solución.
Yo también pienso que hay que salvar la Vega del Tajuña, nuestra Vega. Pero la pregunta es: ¿Cómo?
Y mañana hablaremos de Industria...