No suena bien, no. Un poco chulesco... y poco solidario. Si la medida de nuestros actos los dicta “la gana”, no dice demasiado de nosotros. Lo que piensen o sientan o necesiten los demás, está de más, lo importante es lo que a nosotros “nos da la gana”.
Si esto nos lo dice alguien desconocido, lo más lógico sería ignorarle, no hacer caso, pasar de él. Si quien nos lo dice es la que pretende ser la presidenta de la comunidad donde vivimos, yo creo que es para preocuparse. Eso de estar al albur de lo que se le pueda ocurrir, estar a expensas de lo que le dé la gana, puede ser peligroso. A mi me da miedo.
Me gustaría que se hiciese lo conveniente, lo deseable por la mayoría, lo mejor para todos; no lo que a ella le de la gana.
Como diría Cicerón, ¿“Quousque tándem abutere patientia nostra”? ¿Cuantas chorradas más se pueden aguantar?