Ya he contado cómo llegué a las urgencias del Gregorio Marañon; era el viernes día 13 de marzo. Ese domingo me dijeron que estaba bien y me mandaron a casa; pero no lo estaba y el jueves siguiente estaba de nuevo en las urgencias con dificultades para respirar. Tres días más en urgencias y el domingo por la noche me trasladaron a planta.
Durante no se cuantos días no comía nada; apenas si era consciente de dónde estaba; no tenía fuerzas ni para contestar a los Whatsapp que me mandaba la familia ni contestar a sus lógicas preguntas interesándose por mi estado.
Me encontraba casi inconscientemente dentro de una soledad excluyente que no me dejaba ser consciente de cual era mi situación. Solo la amabilidad y el cariño de médicos y enfermeras hacían que reaccionase más por afán de agradar que por ánimos personales.
Y un día empecé a apetecer la comida; y se me ocurrió que podía volver a escribir y eso me ayudó a ir recuperando mi ser y mis sentimientos.
Y las pastillas, y los tratamientos y todo un poco empezaron a hacer efecto y me está ayudando a sobrevivir.
Lo que dice la doctora es que soy un buen paciente.