"Luz del Cielo" era una estrella pequeñita, apenas si tenía cuarenta millones de años luz. Cuando nació apuntaba a Supernova y lo hubiera logrado a no ser por aquel meteorito gigante que iba como loco, hasta las cejas de energía, por la Vía Láctea. Toda su familia lloro su pérdida, aunque recordaron las palabras que ella siempre decía: "No llores porque las cosas hayan terminado, sonríe porque han existido."
En la tierra tardaron mucho tiempo en conocer su pérdida, nadie sabe precisar exactamente cuándo ocurrió, solo que una buena noche dejo de parpadear en su esquinita del cielo, justo al lado de la constelación de Andromeda; y fue un niño aficionado a la astronomía a quien los reyes magos habían traído un pequeño telescopio; que desde entonces, todas las noches, lo enfoca al punto negro que "Luz del Cielo" ocupaba y la revive en su recuerdo, que por algo fue su primera estrella.
Por eso, mientras que el niño del telescopio la siga recordando, "Luz del Cielo" seguirá viviendo, aunque haya dejado un gran agujero negro en el espacio, que ya nadie podrá ocupar.