Durante estos últimos días estamos escuchando la opinión de políticos, tertulianos y demás "entendidos" en esto de las elecciones europeas. Un amigo, que dice entender, también, de esto, me ha enviado unos comentarios, que me han parecido interesantes, por lo que me he animado a publicarlos, por si son del interés de alguno de vosotros.
"¿Hay que apostar por la infidelidad? El voto sumiso y fiel garantiza gobiernos de baja calidad.
Es bueno ser políticamente infiel. Dicho así suena mal pero es conveniente y necesario.
Por lo menos en lo que respecta a los partidos políticos.
La infidelidad a los partidos, de hecho, garantiza la fidelidad de éstos a los principios. No es que ser fiel a un partido esté mal, lo que no tiene sentido es ser fiel a un partido que nos es infiel. Al punto que si le somos fieles estamos premiando la infidelidad.
Casi podríamos decir que ser infiel a un partido infiel es un deber.
A quien hay que ser fiel es a los principios y no a los partidos. Que sepa todo partido que obtiene nuestro voto en base a unos principios que si traiciona estos principios pierde nuestro voto.
La democracia no es a fin de cuentas más que el libre mercado aplicado a la política. Si uno no puede elegir o compra siempre en las mismas tiendas con independencia de la calidad del producto que le ofrecen, está casi pidiendo que le vendan productos de baja calidad. La posibilidad de comprar en la tienda de al lado garantiza la competencia y la calidad. En ausencia de competencia, nada tiene de extraño si baja la calidad del servicio.
Los partidos nos quieren hooligans
Desde el punto de vista de los partidos, es lógico que no les guste que podamos comprar en otra tienda. Para evitar la fuga de votos los partidos tienen entonces dos opciones: o aplicar una política de gobierno acorde con las ideas y los valores de sus votantes o inspirar el suficiente odio hacia al resto de partidos hasta conseguir que, por mal que lo hagan ellos, sus votantes nunca cambien de papeleta por evitar la victoria de los otros. “Tápese la nariz y vótenos”. “Y tú más”.
Salta a la vista que esto, más que la fidelidad a sus principios teóricos, es lo que suelen promover los partidos en España.
Naturalmente también está la cuestión del voto útil. Claro que, ¿cuál es la utilidad de seguir votando a un partido que se presenta con un programa y luego lo ejecuta no en el sentido de cumplirlo sino en el de ejecutarlo al amanecer?
En las últimas encuestas que se vienen publicando en relación a las Elecciones Europeas, se observan unos resultados que tienen poco que ver con esa indignación, esa fatiga y ese voto de castigo a los dos grandes partidos que se nos venía anunciando. PP y PSOE, una vez más, se reparten la tarta electoral casi por completo. Las otras dos opciones que consiguen seguro algún diputado son UPYD e IU. El resto de diputados se los reparten CEU (PNV+CIU), L´Esquerra pel Dret a Decidir (ERC) y acaso Los Pueblos Deciden (Bildu).
Es probable que asistamos a un aumento considerable de la abstención, claro que también cabe dudar de la utilidad de la abstención como forma de castigo o cambio puesto que, a efectos prácticos, para el reparto del poder sólo vale el recuento de los votos válidos a las candidaturas presentadas, tanto da si se abstiene o vota en blanco el 90%.
La conclusión es que todo el resto de fuerzas emergentes y novedosas tienen muy complicado sacar siquiera un diputado".