Una de las sorpresas que te espera cuando llegas a Covarrubias es la estatua de Kristina de Noruega frente a la Colegiata. Allí, hierática en su cuerpo de bronce, parece mirar a los visitantes, adornada casi siempre por un ramito de flores.
Y esta es su historia: La princesa Kristina de Noruega, hija del rey Haakon Haakonson, llegó a Castilla; se supone había venído para casarse con el rey Alfonso X el Sabio -que no tenía descendencia con su esposa doña Violante, y ardía en deseos de repudiarla y tener un heredero-, pero a su llegada, la reina doña Violante iba a ser madre. ¿Que hacer con la infanta noruega y con el pacto con el rey Haakon?. Rapidamente, la dieron a elegir entre los hermanos del rey Alfonso, eligiendo ella -guiada por el propio rey- al infante Felipe, casandose el día 31 de Marzo de 1258 en Valladolid.
Pero la dulce princesa nórdica, muere de melancolía en Sevilla, tras cuatro años de matrimonio, encerrada en su palacio, añorando los fjordos noruegos, y su vida en Tönsberg. Fue enterrada en la colegiata de Covarrubias y aquí permanece mirando hacia su país, y como esperando la visita de los turistas que se acercan para admirar esta pequeña pero bien cuidada villa burgalesa.