“Si tuviéramos que hacer el retrato robot del buen alcalde o alcaldesa para Chinchón, lo primero que diríamos es que fuese honrado; pero la honradez, como el valor en “la mili”, habrá que suponerlo, a priori. Después el tiempo lo dirá.
Otra característica, sería la sensatez; o sea, que tenga buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones.
No vamos ahora a fijarnos en la ideología, pero si en el sentido común, (dicen que el menos común de todos los sentidos); o sea, que tenga capacidad para juzgar razonablemente las situaciones de la vida cotidiana y decidir con acierto.
Como los recursos disponibles en un pueblo son siempre limitados, debe ser un buen gestor, ecuánime, responsable y ponderado a la hora de administrar esos recursos, atendiendo las prioridades encaminadas al bien común y defensa de los que mas lo necesiten.
Debe tener una buena dosis de empatía. Esto quiere decir que debe participar afectivamente en la realidad ajena de todos sus conciudadanos.
Debe cumplir y hacer cumplir la ley, sin afección de personas, sin nepotismo y sin prevaricar. Y debe ser firme en ello, para lo cual tendrá que aprender a decir “no” a las peticiones injustas; cosa hartamente difícil, cuando se lo tienes que decir a un convecino, a un amigo, incluso a un familiar.
Aunque pueda ser un factor secundario, debería tener buena imagen pues, a veces, tendrá que representar a todos sus conciudadanos.
Tiene que tener dotes comerciales para saber “vender” sus decisiones y ser capaz de conseguir los medios que le deben proporcionar las Administraciones de ámbito superior.
Debe ser un líder, capaz de dirigir su equipo de gobierno, repartiendo responsabilidades, pero también controlando su gestión.
Y sobre todo, debe ser calmado, paciente y sosegado para poder dormir cada día, que será la única manera de sobrevivir a las críticas que seguro que va a recibir de sus convecinos, porque debe saber que es imposible contentar a todo el mundo, y haga lo que haga siempre tendrá detractores; sobre todo mientras la vida política derive en el estado de confrontación a que estamos asistiendo.
Y este alcalde o alcaldesa ideal que hemos diseñado, posiblemente dentro de cincuenta o cien años, en alguna crónica o historia local, se le definirá como: “Fue un buen alcalde o alcaldesa de Chinchón” y poco más.
Por eso es encomiable y digno de admiración el valor necesario para atreverse a presentarse para el cargo; porque vamos a ser bien pensados y no creemos que nadie se presente por intereses espureos e inconfesables”.