Cuando nos levantemos el día 5, o incluso si nos acostamos tarde el día 4 de Mayo, nos enteraremos de los resultados de las votaciones de las elecciones de la Comunidad de Madrid; pero yo ya se lo que va a pasar.
No me hace falta ni escuchar las encuestas, ni mucho menos tragarme los debates de la televisión ni de la radio.
Y es que, como decía Donald Trump, aunque un candidato se pusiese a disparar en la Gran Vía, sus seguidores le seguirían votando.
Así que yo os digo lo que va a pasar. Aproximadamente, unos 3.300.000 madrileños se levantarán contentos y otros 3.300.000 se levantarán cabreados. Después, cuando pasen otros cuatro años, ya no sé si todos seguirán pensando lo mismo o si alguno que otro se podrá arrepentir de lo ahora ha votado.
Con independencia de lo satisfechos o enfadados que estemos cada uno de nosotros, yo espero que pase lo que pase, a nadie se le ocurra pensar lo de fusilar a ninguno de los otros 3.300.000 que no votaron como ellos; y ya puestos, me gustaría pensar que gane quien gane, los nuevos gobernantes gobiernen para todos, los que les votaron y los que no, y los que pierdan, acepten la decisión de la mayoría, aunque sea exigua, y no se dediquen a poner palitos en las ruedas y colaboren en la gobernanza.
Por eso me atrevo a aconsejaros que en estos próximos días no veáis la televisión ni escuchéis la radio; mejor salid a pasear para disfrutar de la primavera y admirad la naturaleza, luego, eso sí, el día 4 de mayo, id a votar aunque sea martes, y el día 5, aceptad los resultados aunque estéis más o menos cabreados.
Y que no merece la pena entrar en la dinámica que proponen nuestros líderes, porque ya tenemos bastante con la pandemia y sus consecuencias para también mortificarnos con los jaleos políticos.
Es una lástima que no se busque también una vacuna, para evitar los dañinos síntomas que provoca la política, sobre todo, en épocas de campaña electoral.
Nota: la vacuna, lógicamente, sería para los candidatos, por supuesto.