Anoche estuve viendo el debate de Atresmedia. Estuve atento a lo que decían los cuatro candidatos, y lo que estaba viendo y escuchando lo iba procesando mi subconsciente de acuerdo con mis preferencias, mis fobias y mis filias y al terminar me había hecho un relato propio de lo que para mi era el resultado del debate.
Luego escuché las valoraciones de los propios candidatos y de sus colaboradores que llegaban a la conclusión de que cada uno había ganado en la contienda. Después fueron los tertulianos que no se llegaban a poner de acuerdo a la hora de valorar a los participantes; y me fui a dormir.
Esta mañana me he dado una vuelta en mi tableta por los diarios digitales y, confieso, estoy hecho un lío.
No hay acuerdo. Lo que para unos es un triunfo absoluto, para otros es el más flagrante de los fracasaos. Las propuestas de unos son las acertadas y la actitud de los otros, una impostura. La conclusión es que nadie vimos el mismo debate, porque de otra forma, no es posible sacar semejantes conclusiones.
Tengo la misma sensación de cuando veo un partido de fútbol con forofos de los dos equipos. Lo que para unos es penalti y expulsión, para otros es un “piscinazo” indecente. Menos mal que para el fútbol ya se ha inventado el VAR.
Hubiera sido interesante, anoche en el debate, que uno de los moderadores, lo hubiera parado, haciendo el gesto de trazar un rectángulo en el aire, para que un VAR neutral nos dijese si las acusaciones, los datos o las descalificaciones eran verdaderas o eran pura invención del que las estaba diciendo.
Aunque yo creo que ni aún así quedaríamos convencidos y haríamos como tantos entrenadores que critican los nuevos medios de control cuando son contrarios a sus intereses.
Así que he llegado a la conclusión de que da lo mismo quien ganase anoche en el debate, porque cada uno seguiremos votando a nuestro equipo, como buenos forofos que somos y seguiremos diciendo: ¡VIVA ER BETI, MANQUE PIERDA!