Desde ayer ya estamos oficialmente en verano, aunque este año la primavera se haya apoderado de las calores y llevemos ya unas semanas padeciendo altas temperaturas.
Y con el inicio del verano llegan las fiestas de San Juan con su homenaje al fuego. Las hogueras, las fogueres alicantinas o las luminarias castellanas celebran la renovación de la vida y en esas hogueras se consume todo lo viejo e inservible para celebrar la llegada de lo nuevo. Se apaga la oscuridad del invierno para dar la bienvenida a la luz que se identifica con el fuego.
Porque es el fuego el protagonista. Sin llegar al exceso del Paso del Fuego y Fiestas de las Móndidas, la celebración en honor a San Juan Bautista y la Virgen de la Peña que tiene lugar anualmente en la villa de San Pedro Manrique en la provincia de Soria, son famosas las Fogueres de Alicante que se celebran la noche de San Juan.
Menos famosas y ya prácticamente olvidadas eran las luminarias que se celebraban en Chinchón el miércoles víspera del Corpus Cristi por la noche.
En las plazuelas y confluencias de las calles se formaban pequeñas hogueras con los trastos viejos que los vecinos iban sacando de las cámaras para que ardiesen ante la mirada absorta de los que reunían para ver cómo los jóvenes saltaban por encima de las llamas.
Luego había que limpiar bien la Calle porque al día siguiente, por allí, pasaría la procesión del Corpus.
Todavía, los más mayores, recordamos cómo nos atrevíamos a saltar las luminarias como rito iniciático de que habíamos llegado a juventud.
¡Que tiempos aquellos!