A mí me habían contado que las Cajas de Ahorros nacieron para luchar contra la usura. Concretamente la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, la fundaron un cura llamado Padre Piquer y el Marqués de Pontejos, porque en la Corte eran demasiados los usureros que se aprovechaban de los que necesitaban que les prestasen dinero. De eso han pasado varios siglos, pero hubo un tiempo en que la idea de la defensa y la ayuda de los clientes era el principal objetivo de estas obras sociales. Me contaron, incluso, que cuando terminó la Guerra Civil, como el dinero que tenían los clientes en Madrid no tuvo valor por ser de la Zona Republicana, la Caja de Ahorros vendió parte de su patrimonio para compensar en parte a los clientes que tenían depositados sus ahorros en la Entidad.
Claro que en aquellos tiempos las Cajas de ahorro tenían una operativa restringida y no se les permitía hacer muchas operaciones bancarias como, por ejemplo, el descuento comercial. Entonces las autoridades monetarias pensaron que el dinero depositado en las cajas de ahorro debería también servir para la financiación de las empresas, y a la postre, terminaron siendo como cualquier banco, si bien había una pequeña diferencia: como las cajas no tenían accionistas, los beneficios se destinaban a la obra social y cultural y a consolidar la solvencia de las propias cajas.
Las cajas habían ido creciendo poco a poco y sus directivos y empleados se fueron acomodando a las nuevas circunstancias del mercado.
Llegó la democracia, y pronto los políticos vieron el chollo que escondían esas cajas, que además eran fácilmente controlables. Y empezaron a promulgar nuevas leyes para “mangonear” esa ingente cantidad de millones que “no eran de nadie”. Se autonombraron presidente ejecutivos, contrataron a unos listísimos ejecutivos que eran expertos en ingeniería financiera, apostaron por el crecimiento desmedido y los balances anunciaban beneficios millonarios, que, curiosamente, no se reflejaban en el crecimiento de las obras sociales y menos aún en la defensa de los intereses de sus clientes.
Y los presidentes de las Comunidades autónomas - de todas - se aficionaron a estos “juguetes” que les permitían financiar sus aeropuertos en medio de la nada, los parques temáticos en desiertos lejanos, urbanizaciones de lujo de amiguetes dadivosos y torres altísimas que nadie quería comprar.
Como vieron que las cosas empezaban a torcerse, en vez de volver a la sensatez, se inventaron “eres” para quitarse de en medio a los empleados mayores, que además de cobrar un pastón, eran un incordio porque se resistían a acatar las “políticas” de esos “tiburones” financieros tan listos que habían sido contratados por los políticos, con el pretexto de una mecanización que iba a ser la solución a todos los problemas, aunque la atención al cliente quedaba cada día más deteriorada. Y siguieron apostando por el crecimiento a ultranza....
Luego todos sabemos lo que pasó. La crisis, la morosidad, las fusiones, más “eres”, las ayudas del gobierno y... los “bonus” del señor Blesa y compañía.
Y hoy el Sr. Rato comunica que Caja de Madrid va reducir el 50% los fondos dedicados a obra social.
Eso pasa, cuando se olvidan los principios...
Nota: Eso no quita, para que el Eremita desee la rápida y feliz recuperación de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre que fue intervenida el pasado martes de un cáncer de mama.
Nota: Eso no quita, para que el Eremita desee la rápida y feliz recuperación de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre que fue intervenida el pasado martes de un cáncer de mama.