Ya está; otra vez los medios de comunicación, pero en especial la televisión, han abierto su audiencia pública. Se trata de juzgar la trágica muerte de una niña de apenas doce años, que apareció en una senda rural cercana a Santiago de Compostela.
En realidad, la sentencia ha sido fácil: han sido los padres de la niña. Sin más pruebas que las contradicciones en su declaración a la policía, todos los hemos considerado culpables. No hay ninguna prueba física, no hay ningún móvil lógico, no hay sino algunos indicios muy débiles, todos ellos por las declaraciones de los detenidos. Pero ¡Qué más da!
Todos los programas de televisión han montado su sala de juicios. Han nombrado sus “fiscales” y nos han dado la oportunidad de participar como jurados. La amorfa, cambiante y fácilmente manipulable “opinión pública” no ha tardado demasiado en sacar las consecuencias lógicas..
Y es que los “Fiscales” (Léase periodistas más o menos entendidos en esto de los sucesos) nos han ofrecido unas conclusiones incontestables. No hace falta que exista móvil, no hacen falta pruebas, ¡Son culpables!
Primero fueron motivos económicos, luego psiquiátricos, luego médicos, ¡hasta ha aparecido el lupus que tanto gustaba al doctor House!, pero todo es innecesario.
Ya lo han dicho los incontestables gurús de la comunicación, hasta los mismos presentadores han tomado ya partido. De nada vale que los verdaderos profesionales nos pidan prudencia. Si un juez o un policía está diciendo que los datos de que se disponen no son suficientes y que hay que dejar trabajar a los expertos, siempre habrá un endiosado presentador que asegurará no tener ninguna duda de la culpabilidad de los detenidos y además se quedará tan tranquilo.
Y luego toda esa pléyade de testigos voluntarios que se atreven de opinar gratuitamente, porque son vecinos, conocidos o haberse cruzado en alguna ocasión con los implicados, que nos aportan no solo sus pobres anécdotas sino también sus “indiscutibles” conclusiones.
Yo, sinceramente no tengo ni la menor idea de lo que realmente ha pasado; además me cuesta mucho aceptar que unos padres sean capaces de matar a su hija; el tiempo lo dirá, pero
¿Y si no fueran culpables?