Figúrense por un momento un combate de boxeo entre un peso mosca (muy animoso, eso si) y un peso pesado (algo fondón y con algún que otro kilito de mas).
- ¡,A mi izquierda, "El mosquito (cojonero) volador", con calzón rojo, cuarenta y nueve kilos... una joven y emergente promesa, nuevo en este ring...!!
(Aplausos)
- ¡¡ A mi derecha, el campeón "Martillo (asesino) pilón", con calzón negro, ciento veinticinco kilos, invicto después de doscientos combates..!!
(Algunos pitos y muchos aplausos)
Suena la campana.
"El martillo" se coloca en el centro del cuadrilátero, procurando no perder la cara a su adversario. "El mosquito", "revoloteando" a su alrededor, amaga varios golpes al aire que son jaleados por el público, que como ya se sabe siempre se pone del lado del más débil (en principio). Y así pasa el primer asalto.
Empiezan las encuestas... Digo las apuestas.
- Diez por "El Mosquito"...
- Yo, otros veinte...
- Cincuenta por "Martillo"...
En el tercer asalto, el Mosquito logra meter una mano al hígado del gigantón, que parece acusar el golpe, con el consiguiente alborozo del respetable que empieza a creerse el milagro.
En el sexto asalto a Martillo se le ve algo cansado y las encuestas, digo las apuestas, suben a favor del pequeño; pero al final del séptimo, el cansancio se empieza a notar en Mosquito que no ha logrado llegar otra vez al cuerpo de su rival.
Cosa curiosa, en el décimo asalto, el público empieza a ponerse del lado del más fuerte que así se siente con más moral y decide atacar a su disminuido rival.
Un "uppercut" al mentón y un gancho de izquierda al plexo solar hacen tambalearse al animoso Mosquito.
El público ruge entusiasmado; parece que ya nadie esta con la joven promesa y todos aclaman al sempiterno campeón. Un directo a la mandíbula lo tiende en la lona. Aunque el animoso debutante intenta levantarse, su entrenador tira la toalla.
Esta vez, tampoco ha podido ser.
Y es que parece que no van a aprender nunca. Los grandes siempre van a ganar. Se pongan como se pongan. Además de ser mas fuertes, de tener más "kilos"; por si acaso, han introducido una herradura en el guante, han puesto cloroformo en la esponja del entrenador del pequeño y, en caso de emergencia, siempre podrán comprar al arbitro.
Y el resultado siempre va a ser el mismo. Si no queremos que nos den hasta en el carnet de identidad; lo mejor, es tirar la toalla a tiempo.
(Y no solo en el boxeo; y si no, que se lo pregunten a Alexis Tsipras)