Hay más gente decente que indecente; como hay más perros que muerdan a un hombre que hombres que muerdan a un perro. Pero en lo segundo está la noticia.
Cuentan que, en los primeros años de la transición, las grandes familias colocaban a sus vástagos en partidos políticos diferentes para garantizarse que siempre tendrían algún representante en el poder. Pasados muchos años, cuando asistimos a la descomposición de los partidos tradicionales y la aparición de nuevos partidos, muchos políticos oportunistas están recolocándose en las nacientes formaciones, buscando nuevas oportunidades que ya no veían en sus antiguos partidos.
Por eso, estamos comprobando que las nuevos partidos políticos empiezan a tener problemas de organización y se están descubriendo casos de corrupción en los fichajes que hicieron al no haber tenido tiempo suficiente para depurar el "pedigrí" de sus incorporaciones por la premura en perfilar su organigrama.
Como además, las redes sociales y las hemerotecas suministran tanta información, no es extraño encontrar los "garbanzo negros" que se han ido colando en el cocido de las nuevas formaciones.
Y es que, aunque todos estamos de acuerdo de que hay mayoría de gente decente, no tenemos más remedio que admitir que hay, posiblemente, demasiados oportunistas que se han metido en la política para medrar y aprovecharse, y lo que es peor, que eso seguirá ocurriendo y tiene difícil solución.
Solo hay que pedir a los partidos, los viejos y los nuevos, un posicionamiento indudable de su voluntad de terminar con toda esta gente, no decente, que intenta aprovecharse de la política en vez de servir al bien común. Un posicionamiento que no deje ninguna duda de esa voluntad, demostrándolo apartando, primero, y dejando que los juzguen después, para depurar las responsabilidades penales en las que pudieran haber incurrido, pero haciéndoles pagar su responsabilidad política, para lo que no hace falta que llegue la condena legal.
Pero también hay que advertir que tampoco es de recibo la política partidista que consiste en buscar corruptelas en las filas contrarias y si no se encuentran, inventarlas, con el fin de justificar las suyas propias.
Entonces, cuando veamos está decidida apuesta por la decencia, nos empezaremos a creer la regeneración de la vida política.