En el año 1848 Alexandre Dumas (hijo) escribió “La Dama de las Camelias”. La obra está inspirada en un hecho real de la vida de un noble llamado Alejandro que tuvo un romance con Marie Duplessis joven cortesana de París, que mantuvo distintas relaciones con grandes personajes de la vida social parisina. En la obra, los personajes se llaman Armando Duval y Margarita Gautier.
“La Dama de las camelias”, fue adaptada al teatro y constituyó la base para la ópera de Verdi, “La Traviata”.
El título de la obra nos hace fijarnos en una flor de extraordinaria belleza: La Camelia.
El género Camellia agrupa entre 100 a 250 especies originarias de las regiones tropicales y subtropicales de Asia sudoriental, China y Japón. Un botánico y misionero jesuita del siglo XVII, Georg Josephus Kamel (también conocido como Camellus), transportó plantas de camelios desde Filipinas a Europa. Carlos Linneo nombró a este género en su honor.
Todas las especies son arbustos y pequeños árboles que pueden llegar a medir 10 m de altura. De follaje perennifolio, sus hojas son coriáceas, de un verde oscuro lustroso, enteras, puntiaguadas y de bordes enteros o ligeramente aserrados.
Las flores son generalmente grandes, con cinco sépalos y cinco pétalos, sus colores varían del blanco al rojo pasando por el rosa y, ocasionalmente, pueden aparecer combinadas en el mismo pie e incluso jaspeadas en esas tonalidades.
En realidad, todo lo que antecede no es nada más que una excusa para mostraros unas preciosas camelias que han florecido en el patio de mis amigos Charo y José Manuel, de las que me ha mandado estas fotografías, que quiero compartir con todos vosotros.
¿Verdad que merecía la pena?