La Iglesia Católica celebra
durante la Semana Santa el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús. Dentro de
su calendario litúrgico, hace coincidir esta semana con el fin del primer
trimestre del año o el principio del segundo, lo que es lo mismo, con la llegada de la primavera.
Estas celebraciones se centran en
diversos actos litúrgicos que se celebran en los templos, aunque se mantienen las
antiguas tradiciones de los recorridos procesionales de las imágenes de los
pasos de la pasión por las calles de los pueblos y ciudades.
También tienen una cierta
tradición las representaciones vivientes de la Pasión, que tienen su origen en
los antiguos Autos Sacramentales de la edad Media y que actualmente se celebran
en teatros o al aire libre en escenarios “naturales” repartidos por las calles
y plazas de los pueblos.
Hay que reseñar que la Semana
Santa, además de su carácter religioso, es un periodo vacacional en la
actividad laboral, por lo que en estas fechas se producen muchos
desplazamientos turísticos, siendo unos de los principales destinos, junto con la playa y la montaña, los lugares
que han alcanzado una cierta notoriedad en sus celebraciones religiosas.
Aunque hay que añadir
inmediatamente que las celebraciones religiosas que tienen tanta aceptación no
son las litúrgicas propiamente dichas, sino las procesiones y las
representaciones “vivientes” de la Pasión.
Sevilla, Salamanca, Cuenca, Valladolid,
Málaga, Murcia, Cervera, Vergés, Valamaseda, Castro Urdiales, o Chinchón, son
una muestra de los lugares donde se celebran las procesiones o las representaciones
de la Pasión, que han alcanzado mayor fama en España.
Todos conocemos muchas de estas
procesiones aunque sólo sea por televisión. Hemos admirado su boato, su lujo y
su esplendor; imágenes que son verdaderas obras maestras de artistas de fama
universal; pasos adornados con flores e iluminados con cirios; sacerdotes con lujosos
ternos bordados en oro; cofrades con
túnicas de seda y señoras tocadas con mantillas negras y luciendo vistosas
joyas.
También conocemos esas
representaciones vivientes de la pasión en las que cientos de figurantes
participan desinteresadamente en la representación junto a los protagonistas
que encarnan a los principales personajes intentando dar el mayor realismo
posible a su actuación.
Ahora, sólo queda preguntarse
¿Son estas celebraciones una demostración de lo que la Iglesia considera una
verdades religiosidad? ¿O es otra cosa?
Muchas de estas celebraciones han
sido distinguidas con el título de “Interés turístico nacional”. ¿Será que solo
es eso, atracción turística, folklore, fiesta y tipismo…?
Nadie puede negar la belleza de
las imágenes, la plasticidad de muchos de los actos que se celebran en estas
fechas y la buena organización de la mayoría de ellos. Pero, ¿Es esto religión?
¿Trasmiten estas celebraciones de Semana Santa una religiosidad acorde con las
enseñanzas del evangelio?
Lógicamente, cada uno de nosotros
va a contestar a estas preguntas según su real saber y entender, y difícilmente nadie
nos hará cambiar de opinión.