Si hablamos de las distintas actividades económicas de Chinchón, nos daremos cuenta de cómo ha habido un cambio cuantitativo y cualitativo en muchas de ellas. La agricultura, por ejemplo, de ser la principal actividad local ha pasado a un lugar casi residual, como no sea por los olivos y las viñas, que siguen siendo cultivadas prácticamente por los viejos agricultores y con una perspectiva más de entretenimiento que económica.
Si nos fijamos en el comercio, veremos que también ha sufrido una gran transformación, aunque en ello hayan intervenido causas más generales que lo han modificado a nivel global.
Pero en Chinchón, que era una actividad de importancia a finales del siglo XIX y hasta mediados del XX, tuvo una decadencia significativa cuando Chinchón dejó de ser el centro político y administrativo de la Comarca.
En el año 1848, según dejó constancia Pascual Madoz, había en Chinchón, 6 casas de comercio de lencería de telas y paños, 1 molino de chocolate, 10 tiendas de comestibles, mercería, abacería, (venta de legumbres secas, bacalao, aceite, vinagre, etc.) y eso para una población de 4886 habitantes, si bien contaba con la afluencia de los que llegaban de los pueblos de la comarca para solucionar asuntos administrativos y judiciales.
Pera ello, contaba con un servicio de transporte, como dejó escrito Viñas Roy en el año 1890, en que la empresa de don Atenodoro Marcitllach; mandaba coches diarios a Aranjuez, Ciempozuelos y Colmenar de Oreja.
Todo esto fue decayendo cuando Chinchón dejó de ser Cabeza de Partido Judicial y sede del Juzgado Comarcal y del Registro de la Propiedad.
Además fueron apareciendo las grandes superficies comerciales y el transporte se hizo particular, con lo que cada cual puede acudir a donde encontrar mejores ofertas comerciales.
Posteriormente, con la llegada del turismo, en Chinchón proliferaron las tiendas especificas de regalos y de gastronomía, dirigidas principalmente a este segmento y también llegaron las medianas superficies comerciales, con lo que creció la competencia para las tiendas tradicionales.
En esta situación nos encontramos que la oferta comercial del comercio local no cubre adecuadamente la demanda de la población, que en ocasiones tiene que salir fuera a buscar los productos que no hay en Chinchón.
Otra cuestión, también importante, son los precios. Las ofertas comerciales de las grandes superficies no pueden ser igualadas por los comercios pequeños; a lo que ahora tenemos que añadir la venta “on line” que además de la comodidad, ofrece unos precios muchas veces sin competencia.
Esta muy bien hacer campañas promocionales para animar a comprar en el comercio local, pero será necesario una reestructuración del mismo, para hacerlo competitivo, si no, estas campañas pueden dar resultado en una situación como la actual en que, por el confinamiento, no se puede salir del pueblo; pero a la larga, no serán la solución definitiva para el comercio.
Mientras tanto, yo también abogo por apoyar el comercio local, que ojalá sepa adaptarse a la situación actual de una feroz competencia, que cada día será más agresiva.