Ayer domingo hice una "crónica" apresurada, un tanto triunfalista, del festival taurino de Chinchon. Era para compensar mi fama (infundada) de anti taurino que se me está atribuyendo últimamente.
No estuve en el festival; estaba con el virus de moda y no pude acercarme a Chinchon, pero lo pude ver en Telemadrid. (Por cierto, espero que esta retransmisión fuera suficiente para equilibrar las cuentas del festival).
Oyendo los comentarios de Miguel Ángel Moncholi y del "maestro" Joaquín Bernardó, uno casi no tiene más remedio que hacerse antitaurino.
Dejando aparte que el comentarista no tenía ni idea de la historia del festival de Chinchon y se fue inventando una serie de datos que poco tenían que ver con la realidad, se limitaron a "lamentarse" de la falta de apoyo de las "nuevas" autoridades políticas a lo que ellos llaman "fiesta nacional", utilizando sólo como argumento la "centenaria" tradición taurina y la gran labor docente de la escuela taurina de Madrid, mientras hacían sus consabidos comentarios de las actuaciones de los toreros como si los televidentes fuésemos unos absolutos ignorantes o estuviésemos ciegos y no viésemos lo que estaba ocurriendo en las pantallas.
Sólo para poner un ejemplo de los conocimientos históricos de nuestro pueblo que tiene el periodista taurino de Telemadrid, dijo que Frascuelo organizó el primer festival taurino a favor de los pobres (en el año 1880), como agradecimiento a las monjitas del asilo que le habían curado de las graves heridas sufridas en una capea (25 de julio del año 1863).
Sin embargo, hay que recordar que las Hermanitas de los ancianos desamparados no llegaron a Chinchon hasta el 3 de agosto de 1906.
De todas formas, hay que agradecer a los comentaristas sus esfuerzos por ensalzar la belleza de nuestra plaza (cosa evidente, por otra parte) y los grandes atractivos turísticos de Chinchon.
Y sobró también un poco de canchondeo de los comentaristas por los trofeos que se iban concediendo a los toreros.
Para mí fue una agradable sorpresa saber que tenemos un futuro torero en Chinchon, aunque es demasiado joven para haber bebido agua en la Fuentearriba, que antaño decían que era condición indispensable para llegar a ser torero famoso.
Otra novedad fue que actuaron todos los diestros que habían sido anunciados en los carteles (lo que dice mucho de los organizadores) y que la lluvia, que tampoco quiso perderse el espectáculo, fuese comedida y permitiese que llegase a su fin.
¡Ah! Y las imágenes de tele, muy buenas y con encuadres muy logrados.