Hace cien años muy pocos leían el periódico. Las corrientes de opinión las formaban los señoritos que se encargaban de señalar lo que sus deudos y subordinados debían pensar. Luego, poco a poco, el periódico se fue democratizando y quien más o quien menos, aunque no fuese nada más que un día a la semana, se acercaba al kiosco para comprar "su" periódico que era, además de su única fuente de información, el que le ayudaba a formar criterio de lo que ocurría a su alrededor.
Digo que era su única fuente, porque la información que recibía por otros medios estaba totalmente mediatizada. En la radio solo emitía información Radio Nacional de España, y escuchar, en onda corta,una radio independiente suponía un riesgo que muy pocos se atrevían a correr.
Ahora, cada vez, se leen menos periódicos. Me refiero a periódicos impresos. Ahora la prensa se lee por internet y ya casi nadie tiene "su" periódico. Ahora, cualquier lector que se precie, tiene en "favoritos" una decena de cabeceras de varias tendencias políticas y sociales, que visita diariamente para "informarse" de lo que pasa por el mundo mundial.
Aunque la verdad es que cuando termina de leerlos todos no sabe muy bien a quién darle mayor credibilidad, porque las informaciones suelen ser bastante contradictorias. Y es que ahora, cada vez es más difícil discernir lo que es información y lo que es opinión.
Lo que digo de los periódicos se podría decir también de las emisoras de radio y de las cadenas de televisión; si quieres estar medianamente informado tienes que ver dos o tres telediarios y varias tertulias políticas, aunque al final terminas entrando en cualquier foro de internet para llegar a la conclusión de que no tienes ni idea de lo que realmente está pasando.
Y es que, en el fondo, sabes de antemano lo que te van a contar unos y otros, lo que te lleva necesariamente a ser cada día más escéptico y empieza a crecer en ti la duda razonable que está minando, poco a poco, la cada día menor credibilidad de los medios de comunicación.
Por eso el lector de periódicos es cada día más impredecible y por eso el lector de periódicos luego vota lo que vota. Ahora el lector de periódicos ya no sólo puede cabrearse y cambiar de periódico, ahora no solamente puede encararse con la pantalla de su televisor e insultar a cualquier contertulio, porque sabe que con eso no consigue nada; ahora también puede entrar en un foro de Internet para dar su opinión o crear su propio blog que, aunque tampoco sirva de mucho, te deja como más satisfecho y tu propia opinión se va sumando a los otros lectores de periódicos que se ha ido desencantando de que unos cuantos -pagados por los señoritos de ahora- quieran dictarte lo que tienes que pensar.
Realmente, los tiempos están cambiando una barbaridad; pero parece que algunos todavía no se han dado cuenta.