Esto de escribir un blog puede proporcionarte grandes satisfacciones. Aunque es verdad que la mayoría de las veces no sabes si lo que escribes puede interesar a alguien, ni incluso si alguien lo pueda leer, en algunas ocasiones recibes noticias inesperadas de alguien, en cualquier parte del mundo, que te escribe para decirte que lo que tú has escrito, le ha gustado.
Yo tengo dos anécdotas, que ya las he contado, creo, en alguna ocasión. La primera fue un correo que recibí de México, en el que me decían que un bisabuelo del comunicante era de Chinchón, que cuando llegó a México con su mujer a finales del siglo XIX hizo una gran obra de ayuda a los necesitados fundando un hospital, y me preguntaba si existían aún algunos familiares suyos en Chinchón, y pude ponerlos en contacto.
La segunda anécdota es la amistad que inicié con, mi ya y desde entonces, amigo Juan de la Peña. Un día navegando por internet encontré su biografía y la fecha de su nacimiento. Faltaban unos días para su 80 cumpleaños, y se me ocurrió hacer una entrada en mi blog, reseñando la trayectoria vital de este chinchonense que había dejado su pueblo hacía mucho tiempo y al que yo, entonces, no conocía.
Pasaron varios meses, y un día recibí una carta en la que Juan de la Peña García Tizón, me daba las gracias por mi original felicitación de cumpleaños. Unos amigos le había informado de mi blog.
Mucho después supe que por aquellos meses Juan andaba algo pachucho porque había sufrido una intervención quirúrgica, y mi felicitación y, sobre todo, las noticias que pudo encontrar en el blog sobre nuestro pueblo, fueron el mejor antídoto contra los efectos de la enfermedad.
Desde entonces hemos continuado nuestra relación epistolar y a través de la red, y el otro día me comentó que iba a regresar a Chinchón y que le encantaría que nos conociésemos personalmente.
El domingo, a las doce de la mañana, en los soportales de la plaza nos conocimos y conocí a toda su familia que habían regresado de visita a Chinchón, después de ocho años.
Nos tomamos un cafelito y charlamos un rato. De su afición a la música, de sus recuerdos de Chinchón, de lo bonita que está la plaza después de la restauración, de la emoción de volver a Chinchón con toda su familia... Ha sido un encuentro entrañable de dos amigos que ya nos conocíamos aunque nunca nos habíamos visto.
Ha sido un encuentro muy entrañable en la plaza de Chinchón, que ya se sabe que siempre ha sido un lugar de encuentros y amistades.
Os lo he querido contar, con su permiso, porque es una de esas grandes satisfacciones que te puede proporcionar escribir un blog.