Juan Elviro nunca tuvo demasiado criterio. Era de los que dejaban hablar a los demás para luego el repetir lo que alguien había dicho, y siempre procuraba decir lo que había dicho la mayoría.
Cuando fue creciendo adquirió una cierta habilidad para decir lo mismo que los demás, pero cambiando algunas palabras de forma que pareciese original; y tanto lo perfecciono que se llego a creer que lo que decía lo había pensado él.
Y luego, ya de mas mayor, se dedicó a la política, pero como seguía sin tener criterio propio, se encargaba de escuchar lo que decían en la televisión o escribían en los periódicos -lógicamente en las cadenas y en los diarios que escuchaban o leían todos los de su partido- para simular que el,también tenía criterio.
Y con esos pensamientos prestados y con un poco de desparpajo fue escalando en su partido y llego a secretario general, primero y a presidente después.
Y a partir de ese momento lo tuvo mucho más fácil. Como estaba acostumbrado, le fue muy fácil repetir el discurso que le dictaban los mercados, las multinacionales y los mandamases europeos.
Y con el tiempo, mucho, mucho después, pasados muchos años, Juan Elviro llegó a ser considerado como uno de los mejores presidente de la Nación de toda la historia.