Llamó a su pronosticador del tiempo y le
preguntó el estado del mismo para las próximas horas.
-¡Éste tranquilo, Majestad, no lloverá! Le dijo el
asesor en materia de previsiones meteorológicas.
Como la "querida" del monarca
vivía cerca de donde iba a pescar, se vistió con sus mejores galas.
Ya en camino, el Rey se
encontró con un campesino montado en su burro, quien al ver al rey le dijo:
-¡Señor es mejor que vuelva, pues va a
llover muchísimo!
Por supuesto el rey siguió su camino,
pensando:
“Qué sabrá este tipo si tengo un
especialista muy bien pagado que me dijo lo contrario. Mejor, sigo adelante.”
Y así lo hizo… y, por supuesto, llovió
torrencialmente.
El rey se empapó y la
"querida" se rió de él al verle en ese estado.
Furioso volvió a palacio y despidió a su
empleado meteorólogo.
Mandó llamar al campesino y le ofreció
el puesto pero éste le dijo:
-“Señor, yo no entiendo nada de
eso, pero si las orejas de mi borrico están caídas quiere decir que
lloverá”
Entonces el rey contrató al burro
MORALEJA:Y de esta guisa comenzó la costumbre de
contratar burros como asesores, que desde entonces tienen los puestos más
remunerados en el gobierno.
Nota: La fábula no es mía. Me la ha enviado un amigo. Yo, sólo, la he retocado un poco, la he ilustrado y la publico porque me ha parecido graciosa. ¿O no?