Y para finalizar, un acontecimiento cultural en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción,
Recordarles que hay aforo reducido por motivos de la pandemia.
Estas son las medidas frente al coronavirus que estarán en vigor en la Comunidad de Madrid durante la Semana Santa, incluyendo el cierre perimetral de toda la región.
Se acerca la Semana Santa, unos días festivos que estarán marcados por las restricciones para frenar el coronavirus, también en la Comunidad de Madrid, que, como el resto de autonomías -menos Canarias y Baleares- estará cerrada perimetralmente desde el 26 de marzo al 9 de abril, salvo en aquellos casos debidamente justificados.
Además de este confinamiento autonómico, la Comunidad de Madrid aplica sus propias restricciones de movilidad dentro de su propio ámbito territorial.
Así a expensas de que la Consejería de Sanidad las actualice este viernes, en estos momentos están cerradas perimetralmente las zonas básicas de salud de Núñez Morgado y Virgen de Begoña (Madrid capital), así como la de Valle de la Oliva (Majadahonda) y las localidades de Navacerrada y Morata de Tajuña. (Se levantó el cierre de Morata de Tajuña el viernes día 26)
Toque de queda, reuniones y hostelería
Por otra parte, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas acordaron en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, de cara a estos días festivos, establecer en todo el territorio un toque de queda entre las 23:00 y las 06:00 horas.
Un horario de limitación a la movilidad nocturna que ya venía aplicándose en Madrid, donde la hostelería y la restauración deben cerrar también a las 23:00 horas, quedando prohibida la entrada de nuevos clientes después de las 22:00 horas.
Asimismo, el Consejo Interterritorial decidió limitar las reuniones a un máximo de cuatro personas en espacios públicos cerrados y seis en espacios públicos abiertos, salvo en el caso de convivientes. En el caso de los espacios privados, las reuniones quedan limitadas a personas que convivan.
En este sentido, la Comunidad de Madrid ya aplicaba la prohibición de reuniones de no convivientes en domicilios, salvo que sea para cuidar a terceras personas (mayores, dependientes, menores de edad o personas vulnerables).
Además, en lo que respecta a las reuniones en la hostelería, en Madrid el número de comensales en terrazas ya estaba limitado a un máximo de seis personas por mesa, y a cuatro comensales en el interior de los locales. El uso de mascarilla es obligatorio tanto en el interior como en el exterior de los establecimientos, excepto en el momento concreto de beber o comer, y está prohibido el consumo en barra.
Con independencia de estas normas que son de obligado cumplimiento sería de agradecer que todos tomemos las medidas de precaución que estimemos convenientes para evitar un repunte en los contagios en nuestro pueblo.
(De la cuenta de Facebook de la Biblioteca de Chinchon)
Hoy queremos recordar a nuestro paisano y gran escritor de Chinchón, Enrique Segovia Rocaberti con este poema político de plena actualidad:
LA INMUNIDAD PARLAMENTARIA
Es, siendo diputado o senador,
burlarse de la ley y la moral,
por encima de todo tribunal
llamándose a la vez legislador.
Atropellar los fueros del honor,
y convertir en juez al criminal,
votando el mismo Código penal
sin teñir sus mejillas el rubor.
¡Dichosa inmunidad! Gracias a ti
sé de mil pillos que, sin hierro al pié,
andan libres y sueltos por ahí!
Bien sé lo que merecen; pero sé
que si lo digo yo ¡pobre de mí!
y si lo dice usté, ¡pobre de usté!
E.S. Rocaberti
Publicado en el diario Madrid Político
el día 9 de junio de 1886
Marcel Camacho, hijo del fundador de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho:
“No tienen ninguna autoridad moral para hablar de la libertad. La palabra libertad se escribe con mayúsculas cuando se lucha por ella. Esa misma gente que hoy habla de “comunismo o libertad”, entonces con Franco estaban gozando de una dulce siesta, mientras nosotros, los que peleábamos por la libertad, estábamos a las puertas de las cárceles. No puede ser que en la historia de este país haya gente que maltrate la palabra libertad”.
Sísifo Ildefonso Manso y García nació en una familia acomodada, fue el quinto de diez hermanos, y a su padre, que tenía un raro sentido del humor, se le ocurrió ponerle el nombre de Sísifo, aunque su madre intercedió para que por lo menos le pusiese Ildefonso de segundo nombre, porque así se llamaba un tío abuelo muy rico, sin duda con la esperanza de que el viejo se acordarse de su sobrino homónimo en su testamento.
Aunque su padre se empeñaba en llamarle Sísifo, al final prevaleció el nombre de Fonsi que era una especie de mezcla de los dos, y así fue conocido siempre nuestro protagonista.
Tuvo una vida que podríamos considerar como normal, entre valle de lágrimas y jardín del edén; se casó con una buena mujer y tuvo dos hijos a los que no quiso ponerles su primer nombre; tuvo varios trabajos y hasta probó en la política de la que tuvo que salir por un feo asunto de malversación que pudo vadear sin llegar a pisar la cárcel.
A los ochenta años le llegó la hora de dar cuenta de sus actos ante la Corte Celestial, donde no pasaron desapercibidos aquellos asuntillos de sus aventuras políticas y el Juez Supremo le comunicó su veredicto: Tendrás que volver a vivir de nuevo la vida hasta que hayas aprendido la lección!
A Sísifo no le disgustó la sentencia y unos días después inició su nueva vida.
Una familia similar, ahora con solo dos hermanos, pero con un padre un poco raro que también se empeñó en que tenía que llamarse Sísifo.
Y vuelta a empezar...
Al principio no era consciente de su situación. Poco a poco iba descubriendo que reconocía lo que le estaba pasando hasta que se cercioraba de su situación.
Pero seguía teniendo los malos hábitos de su vida anterior y caía irremediablemente en las viejas tentaciones.
Y esta es ya su séptima vida, que rogaba al Sumo Hacedor que fuese la última como les pasaba a los gatos.
Porque ya se le hacía muy cuesta arriba tener que emular a su homónimo el griego Sísifo y subir una y otra vez la montaña cargado con el insoportable peso de su piedra, una vida cada vez más pesada.
Hizo propósito de la enmienda y ante la incredulidad de todos sus conocidos se hizo eremita y se retiró al desierto lejos de las tentaciones, porque llegó a la conclusión de que el castigo más cruel era volver y volver a tener que repetir la vida, con lo apacible que era morir en paz cuando te había llegado la hora.
Y allí en su desierto espera esperanzado que ahora si, terminen por fin sus días y no tenga que volver de nuevo a la vida.
Dice el diccionario que la ideología es el conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc.; por eso todo partido político que se precie tiene que construirse una ideología con la que atraer a sus votantes.
Resumiendo un poco, se pueden distinguir las ideologías de izquierda y derecha, aunque delimitar una y otra ofrece una cierta complicación, porque se mezclan conceptos de muy diversa índole: morales, religiosos, económicos, sociales, etnicos, históricos, culturales, etc. etc.
Las ideologías de izquierdas suelen poner más énfasis en los aspectos sociales, culturales y económicos. Las derechas, en los aspectos morales, históricos, religiosos, etnicos.... y económicos.
Aunque, si analizamos detenidamente las diferencias reales entre unas y otras ideologías, llegaremos a la conclusión de que las diferencias reales entre unas y otras están precisamente en la economía; todo lo demás, a la postre, es circunstancial.
Las derechas se consideran conservadoras y las izquierdas, progresistas; pero estos conceptos no significan demasiado, porque al final no queda demasiado claro que es lo que se quiere conservar ni en que se pretende progresar.
La ideología conservadora se basa en una defensa de la moralidad de inspiración religiosa que marca la orientación de las leyes que proponen para todos los ciudadanos. La ideología de izquierdas se aleja de esta orientación religiosa y defiende una ética laica que abiertamente se aparta de la moralidad religiosa y preconiza la total separación de la Iglesia y del estado. Sin embargo hay que reseñar que la ideología conservadora no defiende con demasiado entusiasmo la doctrina social de la Iglesia, cuando se habla del reparto de la riqueza; o sea, cuando se habla del dinero.
La patria es otro de los conceptos que tiene una valoración diferente en las dos ideologías. Para unos es prioritario el mantenimiento de la unidad, para otros es más importante admitir la diversidad.
Algo parecido ocurre con la familia. Para unos hay que defender el concepto tradicional de la familia, para los otros hay que aceptar las nuevas realidades que impone una sociedad que ha evolucionado en los últimos tiempos. Y así, se han planteado las batallas en temas como el divorcio, el matrimonio homosexual, el aborto y la eutanasia, que son aspectos que afectan directamente a la familia. El posicionamiento de unos y otros en estas cuestiones están muy mediatizados por las creencias religiosas de cada uno. Pero habría que reseñar que aunque tradicionalmente los conservadores siempre han votado en contra para la aprobación de estas leyes, después, cuando podrían haberlas derogado cuando gobernaros con mayoría absoluta, no lo hicieron porque en realidad, como decía antes, estas son “cuestiones circunstanciales”.
Y es que la diferencia realmente está en la economía. Solo en la economía. La disyuntiva es socialismo o capitalismo, lo público y lo privado... y esto es lo que va a marcar las diferencias entre unas y otras ideologías.
Y no es cuestión ahora de hacer un análisis de las bondades de cada planteamiento. La historia tiene demasiados ejemplos de las consecuencias que han producido la implantación de unos y otros sistemas económicos. Y estos ejemplos pueden servir para defender y anatemizar a unos y otros, aunque podríamos admitir que los problemas graves llegan cuando se llega a los extremos y que muchas veces son el egoísmo y la corrupción de las personas responsables lo que hacen fracasar cualquier sistema económico.
Pero es que además, los que marcan las políticas económicas de los partidos no son sus votantes ni sus militantes, ni siquiera sus dirigentes; los que realmente mandan en los partidos políticos son los que tienen el poder económico, y lógicamente a ellos lo que más les importa es defender su dinero.
Porque los poderes fácticos que tienen el dinero, al final son los que toman las decisiones; bien porque “pagan” a los dirigentes de los partidos que sostienen económicamente o bien porque se encargan de “dirigir” con sus medios de comunicación el voto de los votantes que, la mayoría, estamos indefensos ante el poder de su publicidad a través de todos los medios de comunicación y redes sociales que son capaces de controlar.
Al final, a la hora de votar, nos deberíamos olvidar de los eslóganes grandilocuentes, de las soflamas moralistas y patrioteras, de las cuestiones morales de las propuestas programáticas y fijarnos solo en lo que dice cada partido político de su programa económico.
Si defienden lo público o lo privado.
Si tú tienes posibilidad de pagarte tu enseñanza y tu sanidad privada, incluso tu seguridad; si tienes muchos ingresos y mucho patrimonio y no quieres pagar más impuestos, es lógico que votes a los que defienden lo privado.
Si ganas un sueldo normalito que no te permite pagar una sociedad medica, si no puedes hacerte un fondo de pensiones y tienes que esperar que la Seguridad Social te pague la pensión cuando seas viejo, si no puedes llevar a tus hijos a un colegio privado, no entiendo que no votes a los que proponen fortalecer lo público, y ya sabes que lo publico solo se financia con los impuestos.
Porque eso de la unidad de la patria, de la superioridad de la raza, lo bonita que pueda ser nuestra bandera, si se casan los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres, si alguien que está desahuciado no quiere vivir más, o si una mujer quiere abortar por las causas que sean, todo eso son cuestiones personales que atañen a la conciencia de cada uno y desde luego no deben ser los condicionamientos para votar, porque además, eso no les importa demasiado a los que te están pidiendo tu voto.
Y mientras tanto, es conveniente que sigas teniendo tu propia ideología y que tengas claras tus ideas que serán las que te guiarán en la vida para actuar de acuerdo con tu conciencia.