Si se puede dialogar. Lo demostraron la otra noche (26 de abril) en la sexta. Cuatro personas, cuatro intelectuales, con una periodista moderando, demostraron que es posible el diálogo entre las personas. Solo es necesario respeto e inteligencia. luego se puede disentir, pero fueron capaces de trasmitir sus ideas y los espectadores pudimos escucharles sin los sobresaltos que suelen acompañar a cualquier tertulia al uso, sea de política, de temas deportivos o del corazón. Vamos, cualquier chiringuito de esos a los que estamos acostumbrados.
Ana Pastor ha reunido al filósofo y pedagogo José Antonio Marina; a la catedrática de Ética Adela Cortina; al catedrático en Ciencia Política de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) Víctor Lapuente; y al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga. Todos estos colaboradores analizaron la actualidad, centrándose en lo que está sucediendo en España y cómo debería estar actuando la democracia.
Pudimos escuchar sus argumentaciones confrontando Identidad moral con identidad política, haciendo énfasis en la necesidad de unos valores morales que son imprescindibles para la convivencia, cómo es necesario tener una visión más amplia y cosmopolita, y olvidarnos del chauvinismo pueblerino en que algunos quieren convertir el patriotismo.
Predicaron la tolerancia y la empatía como el único medio para vencer la confrontación y la intransigencia que cada vez están más presentes en la sociedad y pusieron el acento de como la política se estaba convirtiendo en una religión, en la que solo se admitían dogmas inamovibles sobre los que no cabían los acuerdos y solo la aceptación ciega de todos sus fieles partidistas.
Pidieron mayor formación democrática, y hablaron de la transición política español, y cómo hubo tiempos en los que los adversarios políticos encontraron lugares comunes en los que convivir; y que cuando se habla de tiempos pasados es necesario enmarcarlos en una situación política concreta y admitir que posiblemente era lo que en ese momento se podía hacer, aunque visto en perspectiva habría que convenir que hubo aciertos y errores.
Después, nos pudimos ir a la cama tranquilos y sin el desasosiego a que ya estábamos acostumbrándonos después de asistir a cualquier debate o tertulia al uso.
La grabación de este programa se debería poner en las escuelas de periodismo, para que los estudiantes vayan aprendiendo que lo que ven actualmente en los medios de comunicación se puede hacer de otra manera.
Y ya de paso, ponérselo también a los políticos para que vayan aprendiendo.
Programas como estos, que recuerdan a la mítica “La clave” de José Luis Balbin, deberían volver a las cadenas y, mientras, los espectadores podríamos apagar las televisiones o cambiar de canal si continúan con los formatos y contenidos actuales.
Si no lo visteis, buscarlo en la tele, porque merece la pena.