Si algo quedó claro en las pasadas jornadas sobre los nuevos usos de los edificios históricos es que Chinchón tiene un importante patrimonio que está íntimamente ligado a su promoción turística. También se planteó la necesidad de adecuar sus infraestructuras para evitar el impacto negativo que el turismo puede tener en pequeñas poblaciones, como puede ser el caso de Chinchón, para la convivencia de los vecinos.
La industria turística es una fuente de riqueza para un pueblo, pero dentro de esta actividad hay más opciones que la restauración. Al amparo del turismo se han visto florecer oficios ya casi olvidados que vuelven a tener una oportunidad en el comercio turístico. La talabartería, la cerámica, el esparto, el hierro, la madera, con la ayuda del diseño, pueden ofrecer a los jóvenes nuevos horizontes de promoción social y económica.
Por todo esto, cuando se estudian los posibles usos que se pueden dar a la Casa de la Cadena, hay que tener muy presente que la promoción cultural, social y económica para los jóvenes de Chinchón, debe estar presente en los objetivos que se deben plantear los responsables políticos; pensando que estos objetivos pueden estar íntimamente ligados a la promoción turística.
En la casa de la Cadena, además de instalar un museo, además de ubicar la Oficina de Turismo, además de acercar las instalaciones del Centro de Interpretación; además de organizar conciertos y conferencias; puede ser la sede de una serie de talleres de diversas actividades, como las antes mencionadas, cuyos trabajos allí realizados pueden venderse a los visitantes con el beneficio para los artesanos y conseguir una actividad que haga sostenible la viabilidad de todo el conjunto.
Otra de las cuestiones que, a mi juicio, quedó clara en esta jornada es que es imprescindible la participación ciudadana y las propuestas particulares para conseguir que el proyecto de la Casa de la Cadena sea apoyado por el pueblo.
Pero hay mucho que hablar... y seguiremos hablando...