CAPÍTULO XIII: PROTAGONISTAS.
Personas casi anónimas. Que posiblemente nunca aparecerán en ninguna
historia ni en los anales oficiales de nuestro pueblo. Fueron, sin embargo, los
actores, casi desconocidos, de una época que, he considerado, son merecedores
de aparecer en estas memorias.
En esta fotografía, ya de mayores, podemos ver a algunos de estos
protagonistas de los que hablamos en este capítulo.
En los distintos capítulos que hemos recorrido, han ido apareciendo
personas y personajes, de mayor o menor importancia, como protagonistas de lo
que allí se iba narrando. Pero he pensado que había muchas más personas que
también se merecían aparecer en estos recuerdos de una época que conformó la
posguerra en Chinchón y por ello, he considerado oportuno añadir este capítulo
que he titulado como aquel conocido programa radiofónico que se iniciara en el
año 1969 y que hizo famoso Luis del Olmo: Protagonistas.
Y para iniciar esta relación de nombres, nadie mejor que don Pedro
González Montero. Don Pedro, el médico. Fue, posiblemente, el último médico
rural. Él nos trajo al mundo a la mayoría de los que también hemos
protagonizado esta época de la posguerra. Vivió en la calle del Santo, y allí
tenía su consulta y desde allí salía todos los días para hacer las visitas a
los enfermos; visitas que iba repitiendo hasta que les daba de alta, sin
necesidad de que nadie se lo recordase.
Con fecha 26.9.1969, el Ayuntamiento de Chinchón solicitó al
Ministerio de Trabajo la concesión de la medalla al mérito al trabajo para don
Pedro con motivo de su jubilación y haber desarrollado toda su carrera
profesional en Chinchón. Concesión que con fecha 16 de marzo de 1972 ratificó
La Dirección General de Sanidad.
Coetáneo suyo fue también el médico don Marcial Fernández Sancho, que
vivió en la Cuesta del Hospital y también atendía a los pacientes en su casa,
porque entonces no había consulta oficial. Después llegarían don José y don
Patricio, pero eso fue mucho después, cuando se suscitó una gran polémica con
motivo de las "igualas", lo que se llegó a conocer entonces como
"guerras médicas".
Don Enrique Fernández Sancho, hermano de don Marcial, era el
veterinario del Partido Judicial y tenía el herradero para las mulas en la
calle de la Tahona, donde colaboraba también Jesús Gómez Barros, que era el
hijo de don Antonio, del anterior veterinario. Después vendría don Eduardo Polo
Lozano, pero entonces ya existía el matadero municipal en San Roque.
Ya hemos hablado de los curas, de los alcaldes y de los maestros, pero
durante este tiempo también hubo otras organizaciones oficiales como la
Hermandad Sindical del Campo de la que fueron presidentes Jesús del Nero y
Francisco Medina, y donde trabajaron Tomas Serrano y Federico Vega, que después
sería el director de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid.
La Comunidad de Regantes fue otra institución que tuvo mucha
importancia en aquella época, cuando la agricultura era la principal fuente
económica, y que se ocupaba de vigilar los turnos de riego y organizar la
limpieza de caces y caceras de la vega. Fueron sus presidentes en el tiempo que
nos ocupa, Jesús del Nero, Julio González Pelayo y Antonio Torres.
Durante muchos años fue el Banesto la única entidad bancaria de
Chinchón y don Joaquín Arellano, su director, a quien sustituyó José López y
donde trabajaban el señor Álvarez, el cajero; Clemente Montes, Jesús
Villalobos,Carlos Lozano y Miguel Gallegos. Luego llegaría la Caja de ahorros
con Federico Vega, Manuel Carrasco y José Castillo.
Antonio Castillo Roldan era el Oficial de la Notaria que estaba en la
Plazuela de Palacio. Durante este tiempo fueron varios los notarios titulares,
pero aquí, quien te solucionaba cualquier gestión era Antonio Castillo que
después fue nombrado también, Juez de Paz.
Algo parecido sucedía con el Registro de la Propiedad, donde los
registradores titulares solo venían a firmar. Al frente del Registro estaba don
Pedro Castell, ayudado por su hijo Pedro, por Juan Colmenar y por José
Gallegos. Como se comentará después, el Registro se trasladó a Aranjuez y a
Arganda del Rey. En el caso de los Juzgados, los empleados públicos no se
trasladaban a Chinchón para trabajar, y parte de su sueldo se lo pagaban a sus
“sustitutos”, como Eduardo Nieto, Juan Susiac o Miguel Ángel Gállegos; con la
única excepción de Joaquín Palao que vivía con su mujer Paquita y su hijo en
una vivienda en junto al Juzgado.
Aquí estaban el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción hasta su
traslado a Aranjuez y uno de sus últimos jueces fue don Félix Ochoa Uriel y el
secretario don Manuel Molina de Sandoval.
En el Juzgado Comarcal, uno de sus Secretarios era el Sr. Honrubia que
vivió en la cuesta de la Torre, y hacía veces de Agente Judicial el tío Fausto
que vivía frente al Juzgado, en la Calle de los Huertos. Recuerdo que era el
encargado de subir a la iglesia el libro de familia cuando se celebraba una
boda, porque, entonces, se reconocía como único matrimonio válido el canónico y
el civil era sólo un trámite sin valor hasta que no se celebraba el religioso.
Él además, se dedicaba a poner cristales, por aquello de que en esos tiempos no
había más remedio que buscarse el sustento como cada uno podía.
También podemos recordar a los empleados públicos que trabajaban en el
Ayuntamiento. Entonces con solo dos guardias como se llamaba entonces a los policías
locales, eran suficientes para mantener el orden que difícilmente se rompía.
José Magallares y Luis Vega, que tenían su vivienda en el edificio de la cárcel
y del juzgado, lo que actualmente el Parador de Turismo, se repartían las tareas
de vigilancia y mantenimiento del orden. Después también recordamos a Aniceto, José
María, Manolo y Pepe Manquillo.
Estaban también los "consumeros", es decir, los empleados de
la Oficina de Abastos y Consumo, que estaba en los bajos del Ayuntamiento y
eran los responsables del control sanitario y del abastecimiento de los
productos, sobre todo durante la época del racionamiento.
Entre los funcionarios de la administración del Ayuntamiento,
recordamos a Enrique Asensio y a Juan Susiac, así como a Bonifacio Paris, que
era el alguacil y que también desempeño el cargo de bibliotecario.
Luego estaban los funcionarios encargados de los servicios, como la
limpieza, el suministro de agua, el alumbrado, etc. etc. que eran conocidos como
"los de la Mojona", porque eran los que habían continuado con los
trabajos de los que anteriormente se habían hecho cargo los empleados de la
Sociedad de Cosecheros, conocida como "La Mojona". Está en nuestro
recuerdo José Tolmos Salas, -el tío Pepe el de las aguas- que era el capataz de
vías y obras del Ayuntamiento, y que durante muchos años se encargó de
coordinar a todos los empleados. El 28 de marzo de 1961 se solicitó para él la
Medalla al Mérito al Trabajo que le fue concedida al final de su vida laboral.
Para terminar este recuerdo a los empleados municipales, nombrar al Pregonero,
del que ya hemos hablado, y que vivía en la casa junto al Ayuntamiento, y a los
serenos que nos anunciaban la hora y el estado del tiempo durante la noche:
¡¡¡Las tres, y sereno….!!!
Pero además hubo otras personas particulares que también de
distinguieron por su contribución a diversos aspectos de la vida social,
cultural y económica de Chinchón.
Podemos recordar a don Narciso del Nero Carretero, que hizo una
importante labor de recopilación histórica, junto al que fue secretario del
Ayuntamiento don Paulino Álvarez Laviada. Rescataron, organizaron y custodiaron
multitud de documentos que ahora son la base del Archivo Histórico, y nos dejó
varias obras históricas, sobre todo "Chinchón desde el siglo XV" en
el que recoge datos que han sido fundamentales para los estudios posteriores de
otros historiadores. Además colaboró en la reacción de la Revista Vida, de los
años 50, y formó parte de distintas comisiones para dinamizar la vida cultural
y social del pueblo, como el homenaje que se hizo a la Virreina del Perú.
Otra persona que también se distinguió por su colaboración en todas
las iniciativas que se organizaron en Chinchón durante este tiempo fue don
Mateo de las Heras Susiac. Procurador de los Tribunales e industrial, fue un
minucioso recopilador de información de todo lo que ocurría en nuestro pueblo.
Gracias a sus notas se pudo redactar el libro "Toros en Chinchón" de
Sánchez Vigil y Carlos Alonso, que recogen toda la información de los
festivales taurinos que Mateo de las Heras había ido elaborando pacientemente
de año en año. Participó en la redacción de las revistas Vida y Fuentearriba y
colaboró en la organización de eventos culturales, religiosos, sociales y
promocionales de Chinchón, como la Comisión organizadora del Festival Taurino
de Chinchón en colaboración con Julio Aparicio. Escritor y poeta, nos dejó un
pequeño librito de poesía titulado "Algunas poesías de toda una vida"
en las que recoge costumbres
de aquellos años.
Alfredo Rodríguez Freyre, también se distinguió por su labor literaria
y cultural. Colaborador de las revistas Vida y Fuentearriba en sus tres etapas,
es también el autor de los textos de las "Aleluyas Chinchonetas" que
dibujo Manolo Gómez- Zía, el “Peregrino”.
Y no podemos olvidar a Gonzalo Jiménez Manquillo. Era labrador; le recordamos
de pequeña estatura y con sus gafas de pasta de gruesos cristales, por la calle
de Morata con las caballerías camino de la casa de don Victor Camacho, donde
era el hombre de confianza. Pero además, cosa poco usual, Gonzalo era poeta. En
versos sencillos supo cantar a su pueblo, sus gentes y sus costumbres,
colaborando también en las distintas publicaciones que se hacían en Chinchón.
Petra Ramírez.
Petra Ramírez Álvarez de Miranda, fue la primera mujer concejal en el Ayuntamiento
de Chinchón. Fue la responsable durante la posguerra de la Sección Femenina y
fue la encargada de poner en marcha la Biblioteca de Chinchón, por lo que
después se le dio su nombre.
También tenemos que recordar que el 18 de mayo de 1966, el
Ayuntamiento concede el título de Hijo Predilecto al General Jefe de la Región
Aérea Central, D. José Galán Guerra. Con fecha 4 de Junio se organiza la
entrega de la distinción y un homenaje popular. El General Galán, como era
conocido aquí, siempre se ocupó de que los quintos de Chinchón tuviesen un
servicio militar más cómodo, y así muchos de nosotros hicimos la mili en el Ministerio
del Aire. También recordamos que por su intervención, en las Fiestas de San
Roque, del año 1968 actuaron en la Plaza “Los Pekenikes”, ofreciendo un
concierto multitudinario, que todavía se recuerda porque entonces eran el
conjunto más famoso de España.
En aquellos tiempos, para las autoridades, no estaban demasiado bien
vistas las organizaciones o asociaciones, que podríamos llamar "no
gubernamentales".
A finales de los 60 se crea la Asociación de Cabezas de Familia
presidida por Francisco Grau Simó. De esta Asociación nace la iniciativa de la
promoción del Colegio Libre Adoptado, donde los jóvenes de Chinchón pudieron
hacer el bachillerato sin necesidad de desplazarse a Madrid, como había
ocurrido hasta entonces.
En el año 1970 se crea la Asociación de Amigos de Chinchón, promovida
por Manuel Carrasco, Jesús García y Pilar Montero, a la que después se unen
Mateo de las Heras, Alfredo Rodríguez y Pablo Fernández-Sancho que sería
nombrado presidente. Se crea la distinción del "Ajo de oro" que se concede
anualmente a la persona que se habían distinguido en favor de Chinchón, y en
ese año se conceden los primeros galardones a Marcial Lalanda y Julio Aparicio.
Unos años después, a iniciativa de José Luis Magallares, Antonio
Macías y Manuel Carrasco se crea la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio
Público Hermanos Ortiz de Zárate, para colaborar en la labor docente del Colegio.
También es oportuno recordar a Narciso García Ortego como el primer promotor
turístico de Chinchón al frente de La Granja, que después sería Venta Reyes y
las Cuevas del Vino, creador del slogan "Chinchón: Anís, plaza y mesón".
Después le seguiría Tito Clemente con la Virreina y Jesús Hernández con el
Mesón Quiñones, hasta llegar a la actual oferta gastronómica de la que hoy
disfrutamos en Chinchón.
Y ya para terminar, nuestro recuerdo para algunos personajes que
entraron a formar parte de nuestro imaginario en aquellos años.
¿Quién no recuerda al Ochoa? Todos los días, con su carretilla y su
cachimba estaba puntual en la plaza para recoger los bultos que llegaban en el
coche viajeros y después repartirlos a sus destinatarios.
Chinchón
empieza a ser conocido y visitado. Luis Buñuel con Carlos Saura visitan la
plaza y el Castillo de Chinchón, y de esta visita se conservan varias
fotografías que el propio Carlos Saura se ocupó de publicar.
En
la plaza, delante del despacho de las Destilerías de Luciano Sáez y del Bar “Mi
Rincón”, “Colegial”, en primer
plano, se acerca a ellos para pedirles
una limosna.
También ocupa un lugar importante "Colegial". Era ya
entonces un hombre mayor. Inválido de las dos piernas, se desplazaba encima de
una plataforma de madera con rodamientos, que empujaba con sus manos que iban
protegidas por unos refuerzos de goma. Se le podía ver en la plaza, junto a la
subida del Barranco. Allí pedía limosna a los que pasaban y nos decían que
tenía muy mal genio, cosa no extraña si tenía que soportar las impertinencias
de los niños, que ya se sabe que suelen ser muy crueles con los que tienen
alguna minusvalía.
También podemos tener un recuerdo para Jesús “el taquillero” y para Manquillo,
el encargado de la proyección de las películas de cine. Él era, además, el
encargado de la “cesura”, y desenfocaba la imagen, cuando algunas escenas
podían “herir” la sensibilidad de los espectadores. Entonces, entre silbidos
del respetable se oía en la sala:
¡¡¡Encuadra, Manquillo!!!
Y para finalizar este recorrido por las personas que son dignas de
nuestro recuerdo, no podríamos poner mejor broche que mencionar a dos monjitas
del Asilo de Ancianos de San José: Sor Primitiva de la Encarnación Cañigral y
Sor Antonia de la Asunción Viladomat. El 22 de febrero de 1958, a solicitud del
Ayuntamiento de Chinchón, se les concede la Cruz de Beneficencia con distintivo
blanco, haciéndoseles la entrega a las religiosas con fecha 19 de marzo de
1958. Sor Primitiva y Sor Antonia, no solo se ganaron el cariño de los ancianitos
de Chinchón, sino también de todo el pueblo, por su abnegada entrega, su
simpatía y su amabilidad con todos los que visitábamos el Asilo.
Con el recuerdo de todas estas personas, nuestra memoria de aquella
época ha tomado cuerpo y cara. La cara y la personalidad de todas estas
personas con las que convivimos y que de alguna manera también han formado
parte de la memoria colectiva de Chinchón.