No creo que nadie me discuta que el encaje de bolillos es primoroso. Y sin embargo, cada vez se ve menos en el ajuar de las novias, y ha quedado relegado a las exposiciones de manualidades de los hogares del pensionista y a los museos etnológicos de los pueblos, que intentan mostrar los bellos trabajos que hacían sus abuelas.
Un periódico digital anunciaba el otro día que estaban disminuyendo alarmantemente los festejos taurinos tradicionales, mientras crecían los festejos populares, al estilo del "Toro de la Vega" y similares.
¿Por qué será?
Pues muy fácil, todo es cuestión de dinero. Como el encaje de bolillos, los espectáculos taurinos son caros, ( no estoy diciendo ahora que tengan una calificación estética semejante) y necesariamente hay que pagar mucho para acceder a ellos.
En cambio, los encierros, las capeas, los "bous al carrer" y otros espectáculos con toros, mas o menos sangrientos y peligrosos, sueles ser de acceso gratuito, que no quiere decir que no sean caros también, pero que son sufragados por los ayuntamientos con el dinero público de todos, incluidos los que no están de acuerdo con estas celebraciones festivas.
Con independencia de lo que dicen los defensores y detractores de la tauromaquia, que todos tienen sus razones (algunas difícil de compartir), con los toros va a pasar como con el encaje de bolillos que, poco a poco, van a ir desapareciendo porque no habrá quienes sean capaces de sufragar el coste de los mismos.
A la tauromaquia nos podemos acercar desde una óptica artística, histórica, cultural, social y económica, pero será esta ultima la que decidirá, como en tantos casos, su futuro.
En tanto, sus organizadores tendrán que hacer encaje de bolillos para lograr montar estos espectáculos, que no podrán sobrevivir si no reciben las subvenciones oportunas, aunque no sea nada mas que para dejarles un espacio en los museos etnológicos de los pueblos.