Una columna de Hipólito Botín, para el EREMITA.
Pasados ya 8 días desde su celebración, como ya os prometí, vamos a hablar del festival taurino de Chinchón; pero desde un punto de vista económico.
Hoy día, ya no se le puede poner el apelativo de "benéfico", porque según me han dicho, el festival hace tiempo que no da beneficios y que el "óbolo" que se entrega a las monjas clarisas se suma al apartado de "pérdidas"; aunque bien es verdad que los datos concretos de las cuentas del festival es difícil conocerlos porque yo, por lo menos, no he logrado encontrarlos en ninguna publicación municipal.
Hay que partir que la economía del Ayuntamiento, como la de muchos de sus ciudadanos, esta bastante mermada. También es una realidad el que un espectáculo taurino lleva aparejado muchos gastos, aunque los toreros no cobren nada por venir. Sin embargo están los gastos de las cuadrillas, los toros, los seguros, el montaje, etc. etc. O sea, que las cuentas del festival pueden llegar a parecerse a las del "Gran Capitán".
A los gastos propios del festival hay que añadir los de las "jornadas taurinas" que, según me han contado se incluyen en los presupuestos del "Plan de dinamización turística de Chinchón" que esta subvencionado por la Comunidad.
Y si hablamos desde un punto de vista económico habría que preguntarse ¿Y qué beneficio reporta a Chinchón?
Un beneficio inmediato no tiene; o al menos eso dicen los que viven del turismo. Por lo tanto habrá que convenir que el único beneficio viene a través de la publicidad que representa el que Chinchón aparezca en los medios. Entonces, habría que preguntarse si se podría conseguir el mismo efecto con un gasto menor.
Sin embargo hay otra pregunta que me parece más interesante. ¿Quién tiene interés en que se celebre el festival?
La realidad es que los últimos años los carteles del festival están confeccionados con toreros que más bien torean poco. En realidad es que mas parece una oportunidad para que toreros y ganaderos interesados aprovechen esta ocasión a costa de la organización del festival.
Luego está lo de la tradición, la fiesta nacional y la nostalgia. Podría valer, pero creo que resulta algo caro para los tiempos que vivimos.
O sea, creo que desde un punto de vista económico, pienso que pocos economistas se atreverían a recomendar la continuidad del festival taurino (benéfico, no) de Chinchón.