- Las sales marinas y los primeros rayos del sol cuando empieza a clarear el día son el mejor remedio contra la osteoporosis.
En realidad no se lo había dicho ningún médico, pero le pareció haberlo oído en algún programa de televisión, de esos en los que la gente hace preguntas tontas a un presentador que no tiene ni idea, en vez de irse a un profesional para solucionar su problema.
Pero esa no era la cuestión. Él lo que quería era un apartamento en la playa y como no se atrevía a reconocer que sólo era un capricho, no paraba de buscar argumentos para justificar la decisión que ya había tomado.
Su mujer, que siempre había demostrado bastante más criterio y sentido común, le decía, con mucha razón, que lo de comprarse algo en Tarifa era una barbaridad, y más porque el motivo de que tuviese que ser allí, precisamente, era porque había visto una fotografía preciosa de una chica en bikini haciendo surf sobre unas olas de más de dos metros.
- ¡Como que va a estar allí, esperando a que tú vayas a verla!
Él argumentaba que los fuertes vientos de la zona y la gran concentración de yodo en las aguas eran la mejor receta para curar su artrosis. Cosa, por otro lado, que tampoco nadie le había sabido documentar, sobre todo porque nadie le había diagnosticado esta enfermedad.
Ni todas las pacientes reflexiones de su mujer, ni la intervención conciliadora de sus hijos, lograron disuadirle de su decisión; tan sólo admitió buscar un lugar que no estuviese tan lejos, y eso porque se dio cuenta que la fotografía de las olas estaba hecha hacía ya quince años y la chica del bikini debía pasar ahora de los cuarenta.
Sin embargo, veinte años después, cuando ya había renunciado a comprar su apartamento en la playa, y aunque nunca más se había atrevido a comentarlo con su mujer, él solía soñar, muy a menudo, con aquella chica, y en sus sueños seguía luciendo su bikini en un cuerpo perfecto de no mas de veinte años.