.
Hay un anuncio en televisión que, cada vez que lo veo, me inquieta y que, además, para más "inri" creo que le han declarado el mejor anuncio de 2016. Anuncia una aplicación para comprar y vender ropa y una jovencita se contornea frenética, bailando una música muy pegadiza. No sé muy bien por qué, pero me es profundamente desagradable. En el spot también salen otras jóvenes posando al estilo "selfie", haciendo la señal de "victoria" con los dedos y poniendo boquita de piñón; vamos, lo mismo que podemos ver en la mayoría de las fotos de perfil de cualquier jovencita en Facebook o WhatsApp.
El otro día leí un artículo en que se demonizaban las "pantallas cubiertas de grafitos obscenos que dominan a los inmaduros". Más o menos el articulista se quejaba de lo mismo que yo: lo fácil que es conseguir que muchos acepten, incluso hagan, lo que alguien, sin demasiados escrúpulos, quiera que hagan.
Y es que los tiempos han cambiado que es una barbaridad, y hemos pasado del "ordeno y mando" de nuestros padres, cuyos planteamientos nadie se atrevía a cuestionar, al vale todo que se pregona y predica en internet.
Pero la solución no está ni en quejarse ni en lamentarse por lo que está pasando. La solución puede estar en cambiar radicalmente los métodos de enseñanza y las argumentaciones que demos a los jóvenes. No vale con decir que todo es malo; porque hay quien les está diciendo, en otros sitios, todo lo contrario. Tendremos que hilar más fino y formarnos nosotros mejor para poderles convencer de que lo que les decimos es lo mejor para ellos.
O sea, que también nosotros tenemos, sin más remedio, que cambiar una barbaridad.