Un año más, anoche llegaron los Reyes Magos (aunque hay quien dice que no eran reyes) a la plaza de Chinchón. Según me han contado, venían cargados de juguetes para los niños y traían algo de carbón para algunos mayores.
Este año, además nos traen unas elecciones municipales cargadas de incertidumbre, un invierno, parece que menos frío, un verano con algo de más calor, y quiera Dios, que con pocas sorpresas más.
Aunque solo sea por un día, esperemos que mañana cuando despertemos, tengamos junto a nuestros zapatos, ese deseo íntimo que esperamos, sin atrevernos a decírselo a nadie, porque está noche, en el fondo de nosotros, todavía creemos que todo es posible, como cuando éramos niños.
Por un día, hasta podemos soñar que somos felices.
Amén.