Los hay nobiliarios, académicos, deportivos, honoríficos, cinematográficos; en fin, muchos y muy variados.
Parece ser que la Universidad Complutense de Madrid va a otorgar el título de “Alumna ilustre” a la Presidenta de la Comunidad, lo que, al parecer, no es del agrado de toda la familia académica. Y es que ya se sabe lo difícil que es conseguir la unanimidad.
A nivel municipal se conceden también títulos como “hijo adoptivo” e “hijo predilecto”, así como medallas de honor y nombres de calles y otros lugares municipales, y otros reconocimientos varios.
Tanto a nivel general, municipal, académico o nacional, se supone que los receptores de estas distinciones han demostrado hechos meritorios para merecerlas, aunque, en muchos de los casos, les han sido concedidas por su prestigio o por el cargo que ocupan.
Hay que admitir que estos títulos no suelen conllevar ningún beneficio económico, sino solamente el beneficio social que le puede suponer, si el título es lo suficientemente prestigioso; amén que tampoco les suele requerir ninguna obligación, como no sea el decoro necesario para ostentarlo.
Sin embargo vemos cómo, en ocasiones, las entidades que los concedieron, pasado el tiempo, se ven obligadas a retirárselos, porque su única obligación, lo de una vida ejemplar, no siempre se cumple.
Por eso es aconsejable que las Instituciones no se prodiguen demasiado en la concesión de estos títulos, aunque tampoco es el caso de otorgarlos a “título póstumo”, porque ya ¿pa qué?
El Ayuntamiento de Chinchón siempre fue parco en la concesión de este tipo de distinciones, pues durante toda su historia concedió 14 títulos de hijo adoptivo y solo 5 de hijo predilecto; pero es que ya se sabe lo difícil que es ser profeta en tu tierra.