Dedicado:
Es una palabra con un cierto prestigio, y además muy socorrida. Solemos acudir a ella cuando nos faltan argumentos para justificar el mantenimiento de una costumbre; si lo que se defiende no hay por donde hacerlo, lo llamamos tradición y todo queda como mucho más elegante.
Claro está que a no todo se le puede adosar la palabra. Había costumbres que a nadie se le ocurre defenderlas por aquello de la tradición. En Chinchón, como en casi todas partes, las mujeres bajaban al Pilar a lavar la ropa, se iban a Valdezarza o Valquejigoso, o lavaban en los tinajones de los patios, pero a nadie se le ocurre defenderlo como tradición , habiendo lavadoras automáticas tan eficientes.
Los primorosos encajes de bolillos eran una tradición en los ajuares de las novias, pero ahora sería demasiado caro y se han quedado para trabajos de manualidades en los hogares del pensionista.
Había costumbres en la manipulación de los alimentos, que se decían tradicionales, que las nuevas técnicas sanitarias han terminado por desterrar para evitar graves perjuicios que podría ocasionar la falta de higiene. ¿Os acordáis de la matanza del cerdo?
No hablemos de lo de tirar a una cabra desde el campanario de una iglesia o el derecho de pernada de los señores feudales, que ahora ya nadie se atrevería a defenderlo ni evocando la sacrosanta tradición, pero aún quedan cosas que se defienden como tradiciones; como los insultos groseros y soeces que unos niños bien parece que vienen profiriendo año tras año desde un Colegio Mayor, dirigidos a las “compañeras” del Colegio de enfrente.
Pues no, eso no es una tradición, por mucho que lo diga una señora muy puesta ella, que quitaba importancia a este delito, disfrazándolo de tradicional.
Hay muchas costumbres a las que se siguen llamando tradiciones para mantenerlas, pero que por su coste económico, por el cambio de sensibilidad que se ha producido en la Sociedad, o por otras muchas causas, cuesta ya mucho trabajo defenderlas aunque sigamos llamándolas tradicionales.
Yo no estudié la carrera de periodismo, pero dicen que lo primero que te enseñan allí es que no es noticia el que un perro muerda a un hombre, sino que lo que verdaderamente es un notición es que un hombre muerda a un perro.
También deben enseñar que lo que verdaderamente vende en los periódicos son las malas noticias y que las buenas, apenas si lo son. Bueno, en los periódicos, en la televisión, en la radio y en todos los medios sociales. Por eso, posiblemente, todos estos medios se nutren de malas noticias.
No vamos a hablar de las noticias falsas, de las medias verdades ni de las burdas mentiras, que eso si que vende en estos medio; pero es curioso que las buenas noticias sean tan poco atractivas para el público en general.
Pensad en una revista o en una televisión que solo diesen buenas noticias: Que ha bajado el recibo de la luz; que los ancianos reciben un trato exquisito en las Residencias públicas; que no hay listas de espera en la Sanidad pública; que el paro ya es residual; que Putin ha finalizado la guerra de Ucrania retirándose de los territorios ocupados; que los políticos han desterrado para siempre los insultos en los parlamento; que los ciudadanos dan un notable alto de valoración a los políticos; que se ha renovado el Consejo del Poder Judicial, que en las televisiones y radios, no está permitido meterse en la vida privada de los ciudadanos, aunque sean famosos; que se ha descubierto un remedio para el Cáncer; en fin, solo buenas noticias.
¿Qué pasaría? Pues un desastre. Que esa supuesta revista, no tendría más de dos o tres paginas. Que los telediarios de esa television no durarían más de dos o tres minutos. Ya digo, un desastre.
Cristo dijo que nos dejaba una buena noticia con su evangelio, y por lo que se ve, cada día se lee menos.
Pero yo creo que esto de las malas noticias no es solo por la rentabilidad; yo creo que en esto de llenar los medios sociales de malas noticias tiene otra finalidad premeditada. Pretenden meternos el corazón en un puño; que estemos todos un poco “acongojados”; que pensemos que todo está muy mal, que vamos al desastre final; en fin, que no hay solución... y esto, ¿A quien beneficia? Pues eso, que cada uno saque sus propias conclusiones. Y recordad que dentro de unos meses llegan las elecciones...
Así que, a pesar de lo que veáis en televisión, leáis en los periódicos o escuchéis en la radio, de vez en cuando, nos llega alguna buena noticia; tened un poco de fe y, sobre todo, no os creáis todo lo que se dice.