Las elecciones autonómicas de Madrid han dibujado un mapa político que podría extrapolarse a todo el territorio nacional.
Hay tendencias claras de los cambios que se están produciendo. El primero, la desaparición del bipartidismo tal y como se entendía en la transición.
Han aparecido los extremos; a derecha y a izquierda. Y ha quedado libre todo el centro.
Los que hasta ahora luchaban por ocuparlo han fracasado, pero sólo aparentemente.
Veamos, el PSOE no es un partido de izquierdas. Solo hace falta escuchar a sus antiguos y no tan antiguos dirigentes y también ver como han votado sus seguidores tradicionales. El PSOE en realidad se ha quedado como una Social Democracia, que podría definirse como fuerza política centrada.
El PP que ha venido luchando por ocupar el centro durante muchos años, solo ha conseguido que aparezca VOX a su derecha y si ha cosechado tan buenos resultados en las últimas elecciones es porque ha adoptado casi todos los postulados del ala más a la derecha de su partido, consiguiendo así frenar el ascenso de VOX.
No cabe la menor duda de que entre los votantes del PP existen los liberales más centrados que siempre se resistirán a votar a la extrema derecha.
Así pues, entre la social democracia del PSOE y los liberales del PP, que son de hecho fácilmente homologables, están los votantes de centro que pueden ocupar ese espacio político y con el que si es posible llegar a gobernar en todo el País.
En los extremos quedarán Unidas Podemos, Más País, IU, por un lado y VOX por el otro; aunque será necesario que todas las izquierdas se unan si quieren tener algún peso específico en la política nacional, en la que habrá que aceptar la existencia de los nacionalismos que están aquí para quedarse.
Así que solo falta que PP y PSOE se definan y que incluso se lleguen a fusionar, porque realmente es difícil distinguir las diferencias entre sus antiguos dirigentes, por lo que dicen ahora Felipe González y José María Aznar.
Claro que para todo esto sería necesario unos dirigentes en todos los partidos políticos que mostrasen una altura intelectual que los actuales no parecen poseer.
A ver si se pasa la fiebre de campaña que todavía dura y los políticos se dedican a gobernar para el bien de todos los ciudadanos y se dedican a lo que de verdad importa, olvidándose ya de los eslóganes vacuos con que se han entretenido estos últimos tiempos.
Y después, Dios dirá, y ya lo iremos viendo.