Hemos llegado a una situación en la que ya es difícil distinguir entre la realidad y la ficción, entre lo verdadero y el fraude. Ya ni es creíble lo que vemos en una fotografía o lo que escuchamos, porque todo es susceptible de ser falseado.
Ya la realidad ha superado ampliamente a la ficción. Lo escuchamos a diario en la radio y lo vemos en televisión. Las noticias y sucesos sobrepasan a lo que se le pueda ocurrir al más imaginativo escritor. Toda realidad más parece la recreación ficticia de una mente calenturienta. Yo creo que lo del nieto de Curro Jiménez tampoco es real, sino que también se lo ha inventado un “Cerebrito” de la Inteligencia Artificial.
¿Y que me decís de Trump? Tampoco es real, ni Bolsonaro, ni tanto pirado que anda por ahí. Porque no es posible que sean reales tantos políticos que andan diciendo barbaridades, que luego nosotros nos creemos… porque ya hemos terminando creyéndonos todo.
Yo no entiendo mucho de inteligencia artificial; pero el otro día encargué que me hiciera un relato con los parámetros de uno de mis cuentos, y lo hizo; aunque a mi me seguía gustando más el que yo había hecho. Pero es cuestión de tener un poco de paciencia, porque podemos llegar a que la inteligencia artificial supere la novena sinfonía de Beethoven o los sonetos de Lope de Vega.
Entonces será el momento de encargarle que se haga cargo de mi blog El Eremita para que siga editándolo durante los próximos quince años, porque entonces ya uno no estará para esos trotes y es cuestión de seguir manteniendo la audiencia de mis seguidores.