Como ya he comentado, hoy sábado día 18 de octubre, a las 4 de la tarde, se celebra el Festival Taurino de Chinchón. Vamos a recordar lo que eran los festivales a mediados del siglo pasado, con otra poesía de José Manuel de Lapuerta, que él la presenta así, en el libro "Chinchón en mi recuerdo":
"Chinchón, 1 de Octubre de 1956.
Uno de mis primeros contactos con el alma de Chinchón, fue el Festival taurino que, heredado de Marcial Lalanda, organizaba Julio Aparicio en favor de los Ancianos del Asilo.
Este romance taurino, escrito la víspera de mi segundo festival, recoge el antes y el después de la corrida: cómo y de qué manera influye este "día de Fiesta" en la vida de todo el pueblo, grandes y pequeños.
Fueron mis primeros versos a Chinchón; quizás por ello, les tengo un cariño especial".
Uno de mis primeros contactos con el alma de Chinchón, fue el Festival taurino que, heredado de Marcial Lalanda, organizaba Julio Aparicio en favor de los Ancianos del Asilo.
Este romance taurino, escrito la víspera de mi segundo festival, recoge el antes y el después de la corrida: cómo y de qué manera influye este "día de Fiesta" en la vida de todo el pueblo, grandes y pequeños.
Fueron mis primeros versos a Chinchón; quizás por ello, les tengo un cariño especial".
FIESTA EN CHINCHON.
Día de fiesta en Chinchón
Día de fiesta en Chinchón
hay ambiente de alegría
y el aire huele a res brava
y arena en sangre teñida.
Corriendo la calle "El Santo"
sube la chiquillería,
y detrás vienen los hombres
que han dejado la vendimia
y hablan de los buenos tiempos
de Mazantini y Guerrita;
y las mujeres casadas...y las mozas...
y las niñas...que en Chinchón
¡ hasta las hembras
entienden de torería !
A la puerta del Asilo
la gente espera intranquila:-
¡ cuánto tardan los toreros !
y ya es casi mediodía.
( Don Juan, el Señor Alcalde,
acérrimo belmontista,
habla con el Señor Cura
que defiende a Bienvenida).
Y de repente un chiquillo
desde su puesto vigía,
allá en el campo de fútbol
subido en la barandilla:
- ¡Ya vienen! - grita - ¡Ya vienen!
y salta y corre deprisa
para abrir la portezuela
del coche de las cuadrillas.
Se hace silencio, muy corto...
muy corto, porque enseguida
rompe la ovación cerrada,
parece que el aire chilla
y es que, de tanto entusiasmo,
y es que, de tanto entusiasmo,
se ha puesto a aplaudir al brisa.
Dentro, en el patio pequeño,
en sus rostros la alegría,
ellos con chaqueta nueva,
y ellas con su ropa limpia,
esperan los ancianitos
a lo largo de dos filas.
Han entrado los toreros,
y, de pronto, una ancianita:
¡Viva Aparicio! ha gritado.
Y una hermana dice: ¡¡Viva!!
Y en los ojos del maestro
hay lágrimas escondidas
que se le quieren salir
y brillar con luz del día
como aquellas lentejuelas
que un bravo toro de lidia
al dar un pase ceñido,
quitó de su taleguilla.
Y después todos los diestros
han pasado a la Capilla
a pedir suerte a la Virgen
y decirle de rodillas
"Dios te salve, Reina y Madre...
y Tu nos guardes María !
Y de los labios de Ella
se ha escapado una sonrisa:
"Estoy muy contenta, Julio,
que, mi hijo, Dios te bendiga,
y sigas haciendo el bien
mientras arriesgas tu vida"
Por la puerta del Barranco
por sexta vez las mulillas
por sexta vez las mulillas
van arrastrando un novillo...
¡Se ha acabado la corrida!
En el ruedo los chavales
juegan con las banderillas
y uno se tiende en el suelo
simulando una cogida.
La música ya ha cesado
en la Casa de la Villa.
Ha sido fiesta en Chinchón.
Todavía hay alegría,
y el aire huele a res brava
y arena en sangre teñida.