Yo soy una tintorera; o sea, una tiburona azul, para que me reconozcáis. Estos días estoy de vacaciones por el Mediterráneo aprovechando el buen tiempo que está haciendo por aquí. Mi familia se ha quedado en Malta y yo, que soy una buena gourmet me he acercado hasta aquí para probar la famosa gamba roja de Dénia, de la que había oído hablar mucho a los entendidos.
Tengo ya cinco añitos y estoy muy enamorada de un tiburón azul, un poco mayor que yo, a quien últimamente se le ha visto cerca de Elche, donde cuentan que ha mordido la mano de un señor mayor; aunque yo creo que son habladurías de la gente, porque nosotros, los elasmobranquios no solemos acercarnos a los humanos si no somos atacados.
Como os decía, los tiburones azules comemos pescado, cefalópodos como los calamares y algunos crustáceo, pero una vez que he probado la gamba roja de Dénia, va a ser mi dieta preferida.
El otro día, me acerqué hasta las Marines por ver donde tenía el Restaurante Quique Dacosta, que según me ha dicho prepara muy bien las gambas, y sin darme cuenta me acerqué demasiado a la playa, y no veáis el susto que di a una pobre señora que estaba mojándose los pies en la orilla.
Dio un grito que hasta me asustó a mi, y no digamos a una mamá que jugaba a la pelota con sus hijos al lado. Todos salieron corriendo, llamaron a voces al socorrista y yo me adentré en el Mar rápidamente, aunque parece ser que alguien logró hacerme una fotografía y he sido noticia en todos los periódicos y creo que hasta he salido en la tele.
La próxima vez seré más precavida y no me acercaré tanto a la orilla para no crear alarmas innecesarias; porque a mi, lo que de verdad me gusta es la gamba roja de Dénia.