Desde pequeño, y después de pensarlo mucho aún no sé por qué, yo me hice del Real Madrid. Y el caso es que me gustaba más el uniforme del Atleti, con sus rayas rojas y blancas, su pantalón azul y sus medias también blanquirrojas. El todo blanco del Real Madrid era bastante soso y no parecía la equipación de un futbolista sino más bien el uniforme de primera comunión. Pero el caso es que yo me hice merengue. Posiblemente por dos cosas; la primera por "Diestefano" (Así lo decíamos y lo escribíamos) y la segunda, porque por aquellos entonces empezaba a ganar casi todo. Perdón, y también porque lo de "colchonero" no me sonaba bien.
Y como lo de ser de un equipo debe imprimir carácter, ya siempre fui del mismo equipo. Incluso hubo un tiempo que me hice socio y acudía cada quince días al campo, a pesar de que por esos año fue el equipo de los "García" donde solo sobresalió Juanito y con Vujadin Boškov de entrenador, nos hacia aburrirnos cada partido en los que nunca se llegaban a marcar más de dos goles,
Luego llego la Quinta del Buitre, y después don Florentino con los "galácticos"; aunque ya a estos solo los vi en televisión, porque los precios se habían puesto por las nubes y ya me estaba haciendo comodón.
Pero las cosan han llegado a un extremo que ya no lo puedo aguantar. Y no es que fuese de los que pensaban que los futbolistas "amasen los colores" a pesar de los besos en el escudo, no. Pero es que don Florentinos y sus millonarios ídolos, ya no disimulan siquiera que lo único que les motiva es el dinero, y no dejan ni un resquicio para el romanticismo y la épica. Ya ni los títulos son suficientes, hay que organizar todo en torno a un marketing encaminado a ganar el mayor dinero posible y vender cada vez más camisetas.
Lo siento mucho, porque lo llevaba grabado en mi alma de niño, pero por causa de Florentino, de Ramos, de Ronaldo y compañía, he decidió borrarme del Madrid.
Seguiré viendo algún partido que otro con mi amigo -el que todavía sufre con sus derrotas- pero de otra forma; porque yo, ya, me he borrado del equipo de toda mi vida.
Y, oye, de verdad que lo siento.