Francisco Fausto, que había nacido el 4 de enero de 1629, en Lambayeque (Perú), durante el virreinato de sus padres sucedió a su padre como V Conde de Chinchon y fue el último conde de la dinastía.
Tenemos que recordar que sus abuelos don Diego y doña Inés habían iniciado la construcción del Monasterio de Inmaculada Concepción de las hermanas clarisas, que continuaron sus padres.
El 28 de octubre de 1653, el Señor Conde inaugura el convento y elige como primera abadesa a Juana de la Santísima Trinidad, en el siglo, Da. Juana Fernández de Pacheco y de Portugal, natural de Escalona, hija de los Marqueses de Villena, nieta de los Infantes de Portugal y prima de los condes fundadores, que había profesado en el Convento de las Descalzas Reales de Madrid, en el año 1617.
La fundación, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, fue dotada para treinta y tres religiosas, reservándose el conde el derecho de presentación de doce de ellas.
Cuando muere el 1 de octubre de 1665 es enterrado en un mausoleo que se construyó en el coro del convento. En el mismo se colocaron unas estatuas de mármol del conde y de su esposa y una lápida, que en la actualidad está muy deteriorada, con partes que han desaparecido totalmente, Aunque al faltar varias palabras es difícil hacer la traducción del texto latino, en las partes que están completas, se puede leer:
AQUÍ YACE EL EXCELENTÍSIMO SEÑOR DON FRANCISCO FAUSTO FERNANDEZ DE CABRERA Y BOBADILLA, CONDE DE CHINCHÓN, MARQUES DE SAN MARTIN DE LA VEGA, DISTINGUIDO CON LA INSIGNIA DE LA SAGRADA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO Y COMENDADOR DE LA MISMA EN EL CAMPO DE CRIPTANA......
.... LA ESCELENTÍSIMA SEÑORA DOÑA FRANCISCA DE CORDOBA Y VELASCO, SU QUERIDÍSIMA ESPOSA, CONSTRUYÓ ESTE SEPULCRO, COMO MONUMENTO DE DOLOR Y AL MISMO TIEMPO DE SU SINCERO AMOR. MURIÓ EL PRIMER DÍA DE OCTUBRE DEL AÑO MIL SEISCIENTOS SESENTA Y CINCO.
Como dice esta lápida fue nombrado en el año 1642, antes de suceder a su padre, Marqués de San Martín de la Vega y fue Comendador del Campo de Criptana de la Orden de Santiago. Amplió el Mayorazgo que fundaron los primeros señores de Chinchón, por testamento otorgado en Madrid el día 3 de mayo de 1665.
Se había casado con doña Francisca de Córdoba y Velasco, hija del Marqués del Fresno, con quien no tuvo descendencia, por lo que le sucedió en el condado su prima doña Inés de Castro y Rivera.
Unos días después de su muerte el Concejo de Chinchón acuerda hacer honras fúnebres y nombrar a una comisión que se traslade a Madrid para dar el pésame a su viuda y a su heredera.
Como se ve el conde ya tenía su residencia en la Corte pero seguía ocupándose de su condado, y no solo de los aspectos políticos y económicos, sino también de los aspectos morales. Sin duda que el Conde había demostrado su interés por los aspectos religiosos con la terminación y ampliación de la fundación del convento de religiosas, y este carácter religioso y moralizador lo manifiesta en un escrito que envía al concejo de Chinchón, en cuyo libro de acuerdos municipales, con fecha 11 de febrero de 1665, se recoge una disposición del conde que, por su curiosidad recogemos íntegramente, y dice así:
"Luego que recibáis esta os informaréis, con todo cuidado, si en esa villa hay algunos pecados públicos o secretos u otras cosas dignas de remedio; y sobre ello haréis toda la diligencia e inquisición necesaria, con intervención del cura y habiéndolo averiguado, pondréis en ello el que convenga por el camino que a todos pareciese más apropiado, para que se consiga el servicio de Nuestro Señor y bien de las almas de mis vasallos.
Así que os encargo las conciencias, para que la mía no lo quede, y os advierto que así la averiguación como el remedio, se hagan con la prudencia, por si acaso tocare a mujeres casadas o personas constituidas en buena opinión; pero que sea sin reservación de nadie; y no solo lo que fueran liviandades sino también usura y otros procederes ilícitos; y porque pueda tener mejor efecto, en caso necesario, daréis cuenta a mi corregidor, para que con su autoridad se reforme. Estando ya advertido, porque yo se lo he escrito así. Y juntamente con el cura me enviareis recibo de la carta, con que yo quede asegurado de que ha llegado a vuestras manos y libre del escrúpulo de mi obligación".