Cuando salí de mi tierra, volví la cara...
Un día me preguntaron por qué dedicaba tanto tiempo al blog del Eremita. La respuesta obvia era que porque lo tenía .-el tiempo, me refiero- también porque no se me ocurría nada mejor que hacer y porque me entretenía con ello.
Pasó el tiempo, casi ya cuatro años, y entre las cosas que iba publicando se me escapaban opiniones sobre temas que pasaban a mi lado. Temas que me interesaban, que me atañían, que me importaban, sobre los que me apetecía dar mi opinión, sobre todo cuando eran asuntos que afectaban a mi pueblo, al que he demostrado sobradamente, que me interesa y al que he dedicado mi tiempo, mi esfuerzo, mi estudio y mis iniciativas.
Y ésto no gustaba a algunos que pensaban de forma distinta a la mía. Yo siempre manifesté mis opiniones con respeto y utilizando sutilmente la ironía y el humor, intentando no herir suceptibilidades, pero eso era demasiado para algunos que pensaban que si no estaba con ellos -es decir, si no compartía al cien por cien sus premisas- es que estaba contra ellos, y me acusaron de “darles caña”
Como podréis comprender, ésto me traía totalmente al fresco y más viniendo de quienes vienía, pero un día me pregunté lo que encabeza esta última entrada del blog, y me dije ¿Quién me manda a mí meterme en estos charcos?
Entonces me dí argumentos para continuar, sin dar tregua al desaliento. Durante este tiempo he difundido la historia de mi pueblo, he promocionado su industria y sus costumbres, he divulgado los actos culturales y recreativos que se han realizado en Chinchón. He dado a conocer a los paisanos que se habían distinguido por sus realizaciones en favor del arte, la cultura y el progreso, he puesto algunas notas de humor en el día a día para alegrar a los que me han seguido durante todo este tiempo. He aprovechado para divulgar mis escritos, mis fotografías y mis cuadros, ¿qué más podía pedir?
He recibido parabienes, ánimos, algunos insultos -pocos- y hasta alguna amenaza anónima que no influyó para nada en mi ánimo de continuar...
Pero me sigo preguntando lo de meterme en estos charcos... y como estamos en invierno y hace frío, a mis años no es sano mojarse los piés; por lo que, he pensado, como diría un francés, deciros: ¡Au revoir!. es decir: ¡Hasta la vista!
Buscando nuevos horizontes...
(Continuará...)