Aunque El Eremita está de
vacaciones, el otro día recibí un correo de un paisano de Chinchón que me decía
estar “estudiando el Grado en Magisterio
de Educación Primaria en la Universidad Complutense de Madrid, y el profesor de
la asignatura "Didáctica de la lengua" me propuso a mí y un compañero
la producción de un texto expositivo con temática libre, con el objetivo de
realizar una revisión posterior para mejorarlo y buscar su publicación en un
medio (revista, blog, etc.).
¿Sería posible la publicación de mi texto en el blog La Eremita?
El tema elegido es la "Obsolescencia programada", donde se
explica este fenómeno y se realiza una crítica a la sociedad actual de consumo.
Si muestra interés en la publicación, por favor, conteste a este e-mail y le
enviaré el documento para que pueda ojearlo y darle validez”
Lógicamente, le contesté que me
podía enviar el trabajo, para leerlo y, siguiendo la política que me propuse
desde el inicio de la publicación del blog de apoyar todas las iniciativas de
en favor de la cultura y la educación que se planteasen desde nuestro pueblo,
he recidido publicarlo en el blog, a pesar, ya digo, que el Eremita está de
vacaciones. Este es el trabajo:
LA
OBSOLESCENCIA PROGRAMADA
“¿Por qué los productos electrónicos duran cada vez menos? ¿Cómo es
posible que en 1911 una bombilla tuviera una duración certificada de 2500 horas
y, cien años después, su vida útil se haya visto reducida a la mitad?
Este fenómeno, denominado obsolescencia programada, consiste en la
programación del fin de la vida útil de un producto o servicio. Por ello, tras
un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa,
durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, éste se considera
obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
Su origen se remonta a 1932, cuando Bernard London propone terminar con
la Gran Depresión mediante la obsolescencia planificada y obligada por ley,
aunque nunca se llevase a cabo. Sin embargo, el término se populariza por
primera vez en 1954 por Brooks Stevens, diseñador industrial estadounidense,
cuando lo utiliza como título para su charla en una conferencia de publicidad.
Los ámbitos de la actividad socioeconómica en los que más repercute
esta práctica industrial en la actualidad son: la moda, los medicamentos, y los
componentes eléctricos y electrónicos.
El procedimiento de este fenómeno sería el siguiente: cuando uno de los
aparatos electrónicos de uso habitual falla y el dueño lo lleva a reparar, en
el servicio técnico le recomiendan comprar uno nuevo porque resulta más
rentable que arreglarlo. Generalmente, la mano de obra y las piezas estropeadas
suelen costar un poco más, con lo cual, el usuario normalmente desecha el
producto averiado y compra otro.
Existe una estrategia de comercialización por parte del fabricante
mediante la cual se planifica el tiempo óptimo de funcionamiento del producto
para que éste necesite reparaciones o su sustitución, sin que el consumidor
pierda confianza en la marca. Otras veces, se crean productos que se venden
como algo novedoso, cuando en realidad son los mismos con (leves, pequeñas,
ligeras) variedades/modificaciones en su diseño. Además se comercializan
productos incompletos o de menores prestaciones, a menor precio, para
afianzarse en el mercado y ofrecer posteriormente el producto mejorado.
Una de las consecuencias de esta práctica es el beneficio que consigue
el fabricante porque, en algún momento, fallará el producto y obligará al
consumidor a adquirir otro, ya sea del mismo productor o de un competidor. Para
la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda, ya que, de modo
artificial y acelerado, alienta a los consumidores a comprar nuevos productos
si desean seguir utilizándolos.
Otra consecuencia es la contaminación del medio ambiente. Objetivos
como la conservación del medio ambiente pasan a un segundo plano de prioridades
debido a la falta de una gestión adecuada de los productos manufacturados, por
la contaminación que provocan.
¿Es compatible un sistema de producción infinito en un planeta con
recursos limitados?”
Autores:
Adrián Ferrer Castellanos. Ignacio Garrido Miguel