Unos treinta años, posiblemente no los tendrá. El pelo con cresta pero bien cuidado. Traje y corbata muy bien conjuntados. Una bufanda a modo de fular, porque hoy hacía fresco en la calle. Entró en la peluquería y cogió el periódico mientras esperaba, era el Mundo, creo. Comentó algo sobre la crisis y la culpa de Zapatero. Un señor mayor al que le estaban arreglando las canas junto a mí, corroboró lo de la culpa.
En la televisión hablaban de la previsión del tiempo y anunciaban nuevas nevadas. El joven dijo algo sobre el cambio climático que preconizaban los progres y el de las canas añadió lo de la Alianza de Civilizaciones, indicando que eran las dos unicas aportaciones de Zapatero a la posteridad. No sé cual de los dos descalificó a los que pudiesen votarle. El viejo se marchó pero el joven no necesitaba ningún apoyo.
Después de renegar de que hubiésemos entrado en el euro, y del cambio de la tele analógica al TDT, habló de los de Haití, que dijo que era una pena, y de los inmigrantes.
Nadie se lo preguntó pero dijo que el otro día pasaba por el parque y había dos jovenzuelos con pintas de inmigrantes, aunque no supo decir de qué nacionalidad -ni era necesario- Él dijo que pensó que seguro que estaban organizando algún atraco y cuando pasó a su lado le propinó una patada a uno de ellos. Una buena patada -como si fuese un balón, concretó- Los dos niños, porque se le escapó que eran unos niños, salieron corriendo.
Como el viejo se había ido, nadie le animó a seguir; pero tampoco nadie le replicamos. Yo os lo tenía que contar. Ni siquiera le pregunté a quien pensaba votar en las próximas elecciones.