JORNADA SEIS: Y aún hay más consecuencias.
Todavía perduran dos recuerdos en piedra de estos hechos. Uno es la cruz que hay en la cuesta de la torre, en memoria de la muerte de Andrés Barranco, muerto el día 29 de diciembre de 1808 y otro es un pequeño mojón, situado en el camino de Ocaña, donde fue arcabuceado un soldado portugués apellidado Herrera, que mandó colocar su amigo Antonio Castillo, en el año 1812.
A este mojón también hace mención Viñas Roy, aunque comete, como en otras ocasiones algún error al definirlo: “En la parte alta de la población habréis visto una piedra que se llama la cruz del portugués; es también, aunque sencillo, un monumneto a aquella terrible epopeya: es la memoria de un portugués fusilado por los franceses, monumento con que un hermano de la víctima quiso honrar la memoria del que murió en extraño suelo por defenderle de una agresión a todas luces injusta y violenta”.
Hay un personaje del que nos han llegado noticias contradictorias. Era Pedro Casagne. Como su apellido indica, era de origen francés y conocía este idioma. En el archivo histórico hay una carta suya manuscrita, fechada en Colmenar de Oreja, el 3 de enero de 1809, que dice textualmente:
“Sr. Cura y Señores de Justicia de la Villa de Chinchón.Su convecino Pedro Casagne, con los vivos y sinceros deseos del bien a todos los vecinos, hace a V.m. presente que con motivo de poseer el idioma francés se halló obligado a acompañar al General de las tropas de la Nación en los días desgraciados del final del año último. Advertí para aplacar en algún momento el furor de las tropas.
Solicitaba al Señor cura y demás a quienes va dirigida ésta, habiéndome encargado cuando me separé del General que no dejase de buscar a V.m. y les encargase se presentasen a solicitar el perdón para todo el pueblo, pues de lo contrario perecería todo él, en cualquier parte donde se hallasen. Con esta intención, aunque me hallo en cama herido y maltratado, no puedo menos, por el amor que profeso a mis convecinos, separados mis intereses que considero arruinados, de dar a V.m. este aviso para que, sin pérdida de tiempo, hagan su presentación pidiendo misericordia.
También espero mirarán V.m. como es de su obligación para su desgraciado pueblo, y queda de V.m. su desgraciado convecino que los ama.Firmado: Pedro Casagne.
P.D. También me dijo dicho General que no tuviesen V.m. temor alguno para presentarse y también me dijo que se resarcirían los perjuicios causados mediante la súplica de V.m. y que de lo contrario se acabaría de arruinar la población. Casagne”.
En esta carta, indica que fue obligado a colaborar con los franceses por conocer su idioma, pero que su actitud fue siempre la de interceder en favor de los habitantes de Chinchón. No cabe duda que no tuvo éxito en este cometido, y posiblemente por esta colaboración fue agredido por sus vecinos por lo que tuvo que refugiarse en Colmenar de Oreja. Hay otro dato que nos hace pensar en su inocencia. Su casa también fue asaltada y allí murió su criado Pedro Rubio, que era natural de Santander.
Las autoridades municipales y religiosas de Chinchón, sí hicieron caso a lo que les indicaba este vecino y se apresuraron a enviar una carta al Mariscal francés, solicitando el perdón para el pueblo y la autorización para que regresasen los vecinos que habían huido a los pueblos cercanos. Esta carta se encargó de escribirla el párroco don José Robles y fue traducida al francés, posiblemente por el propio Pedro Casagne; según consta en una certificación firmada por el propio párroco unos meses después, y que aún se conserva en el archivo histórico. Simultáneamente salía otra carta dirigida al Mariscal Víctor, firmada por el alcalde de Valdelaguna. En ella también se pedía clemencia para los vecinos de Chinchón, y solicitaba autorización a los mandos del ejército para que pudiesen volver a sus casas con la garantía de que no se volvería a repetir la expedición punitiva.El día 16 de enero y como contestación a la solicitud de las autoridades de Chinchón, se recibió un comunicado del Cuartel General de Arganda, en que se decía:
“A los señores miembros de la Junta de Chinchón.
Señores: He recibido la carta que Vms me han enviado. Ya había yo hecho saber al alcalde de Valdelaguna la anterior conmiseración del señor Mariscal Comandante en Jefe, por los habitantes de la villa de Chinchón, ellos pues quedan libres desde luego de volver a sus hogares en los que se les concede toda seguridad y protección, porque su Excelencia espera que su arrepentimiento será sincero y que no le volverán a dar ningún motivo de queja.
Yo no puedo señores dejar de recomendar a Vms. con la mayor expresión, la gran vigilancia con que conviene examinar a todo forastero que se presente en ese pueblo, arrestando a cualquiera que sin justificar el objeto que le conduce, cause recelo de excitar la turbación y el desorden.
Tiene el honor de saludar a Vms. el Jefe de Estado Mayor del primer Cuerpo de Ejército de España. Femelle. Rubricado”.
Con el original de esta carta se abre el libro capitular del año 1809. Escrita en francés, hay otro documento adjunto que es la traducción al español. Las podemos leer en el archivo histórico.
Ya sólo faltan dos días para terminar esta historia...