JORNADA TRES: La represalia del ejército francés.
Los mandos franceses no dudaron en tomar las medidas necesarias para ejecutar inmediatamente lo estipulado en el bando del día 2 de Mayo. Tampoco hay documentos en el archivo histórico que narren lo ocurrido en aquellos días. Tenemos que recurrir a la narración de los dos libros ya reseñados:
Así continúa el relato Narciso del Nero: “Al tener noticia de esta agresión por uno de los soldados que logró huir, el Mariscal Víctor, Duque de Bellume, que tenía acantonadas su tropas en Aranjuez y Arganda, donde a la sazón se hallaba con su cuartel general, dispuso la salida de una fuerte columna que en cumplimiento del artículo 5º del Bando del 2 de mayo, marchara contra Chinchón, para tomar venganza de la ofensa inferida a las armas francesas.
Avanzando sobre esta villa, a tiro de cañón emplazaron su artillería, compuesta de piezas de a dieciséis y de veinticuatro ( de cuyas piezas aún se conservan proyectiles en algunas casas) comenzando el cañoneo de la población.
Viendo que no se le contestaba y dándose cuenta de que la villa se encontraba desguarnecida y completamente indefensa, entraron en ella la tarde del 29 de diciembre, entregándola a todos los horrores de la guerra y de una plaza tomada al asalto”.
Viñas Roy hace un relato al gusto decimonónico, con una literatura grandilocuente, a la que ya no estamos acostumbrados:“El Jefe francés se propuso tomar venganza a la agresión a sus subordinados y con una división, que algunos hacen ascender a 6.000 hombres, se puso a tiro de cañón de la villa por la parte de Villaconejos, y emplazando algunas piezas de artillería, empezó a bombardear la población.Estos habitantes, con el fin de intimidar y contener al enemigo y en espera de algún eventual socorro, empezaron a simular la existencia de tropas en el castillo, menudeando en él los toques de corneta y haciendo resonar el parche de los tambores; y por espacio de cuatro días el enemigo permaneció sin avanzar de sus primeras posiciones; pero el día 25, cuando ya el francés se persuadió de que aquello no era más que un ardid de guerra, avanzó decidido hacia la población, dando la orden de degüello y saqueo.!Terrible noche, queridos niños, fue la del 25 de diciembre de 1809! La pluma no puede describir con su verdadero colorido las horrorosas escenas que en Chinchón tuvieron lugar. Como perros rabiosos entraron por estas calles, incendiando y acuchillando sin compasión. Las hachas hacían crujir y caer las puertas; las casas se desplomaban en remolinos de fuego, los ayes de los moribundos se mezclaban con las maldiciones de sus verdugos; los cuerpos eran traspasados por las bayonetas y las cabezas rodaban al golpe de las hachas enemigas; los que huían de una manada de lobos sangrientos, caían en otra de tigres carniceros; ni bastaban súplicas, ni las canas infundían respeto, ni la tímida doncella despertaba compasión. Como nueva Numancia, sufría, no la ruina voluntaria, sino la terrible agresión extraña. Los padres buscando a sus hijos, las mujeres a sus maridos y los hijos a sus amorosos padres, encontraban la muerte allí a donde a sus deudos pretendían salvar la vida; arroyos de sangre corrían por estas calles al tiempo que su corriente era contenida por los escombros del incendio, y por todas partes se oían ecos lastimeros pidiendo compasión y socorro.No es posible, hijos míos, describir tanta desolación y estrago sin que se levante en el corazón un sentimiento repulsivo hacia los verdugos, y sin que en nuestro pecho levantemos un altar a tantos mártires de la independencia de la patria; así como tampoco se puede dar con la pluma a tan horrible cuadro las tétricas tintas de una idea verdadera de tan lúgubres escenas”.
Y la narración continuará ...
Y la narración continuará ...