JORNADA CINCO: Desaparecieron todas las obras de arte que había en Chinchón.
Ni en los documentos del archivo histórico, ni en estos relatos se hace mención concreta a las obras de arte que existían en las iglesias de Chinchón. Aunque no podemos documentar lo ocurrido con los cuadros, sí podemos conocer cuáles eran estas obras. Para ello disponemos de una detallada relación que hace el párroco de Chinchón, en el año 1782, como contestación al cuestionario del Cardenal Lorenzana, obispo de Toledo, en el que hace la siguiente descripción: En el de la derecha hay una pintura pasmosa del nacimiento, hecha por Alexandro Branchini, célebre pintor de Florencia, donde vivía por los años de mil quinientos setenta; y en el de la izquierda, una copia de la Anunciata del mismo pintor, que hizo por la devoción particular que tenían los condes a esta imagen.
El segundo alto es de tres intercolumnios de orden jónico; en el del medio hay una pintura de María Santísima con el título de la Piedad, que es la advocación de la capilla; tiene a Jesucristo en los brazos, después de haberle bajado de la cruz; en el de la izquierda, otro de la Resurrección y aparición del Señor a la Santísima Madre; y en el de la derecha otro de la Ascensión, hechos todos tres por Leandro Brasis, que murió loco en Florencia arrojándose por una ventana, después de haberse hecho admirar por el primor de su pincel.El tercer cuerpo es de un intercolumnio con frontispicio en punta del orden corintio que se levanta solo en medio del retablo, guarnecido a los dos lados de dos faldones que van a parara dos acróteras, sobre las cuáles hay dos estatuas de San Pedro y San Pablo perfectamente acabadas, y en medio, un principesco crucifijo de escultura con María Santísima y San Juan al pie de la cruz.En el crucero hay dos altares colaterales, cuyos retablos representan una fachada con frontispicios cerrados en punta, todos de orden toscano. En la puerta del de la derecha, que se abre en dos hojas, hay dos pinturas por el exterior, una de Santo Tomás de Aquino y la otra de Santo Domingo y la de San Pedro mártir. En el tímpano del frontispicio hay otra pintura del Espíritu Santo, y abiertas las puertas, se descubren andanas donde hay muchos bustos de cabezas y brazos en que se guardan las reliquias de los santos que representan. Entre todas las de este altar, la más insigne es una espina de la corona de Nuestro Señor Jesucristo, que dio el Papa al Conde don Diego para cabeza de su mayorazgo, pero pidió otro breve para dejarla en su capilla. En la principal andana hay también un crucifijo de marfil, que era del oratorio de San Pió Quinto.En todo es lo mismo el colateral de la izquierda, excepto en que las pinturas don de San Diego de Alcalá, de San Antonio, de San Francisco, de San Buenaventura y Nuestra Señora de Guadalupe y las reliquias son todas de santas. Más abajo de este retablo y en la parte lateral está el mausoleo del Arzobispo de Zaragoza, hermano del conde don Diego. En el ámbito de la misma iglesia hay cuatro capillas y en la una un cuadro el retablo de un intercolumnio de orden jónico que representa la cena y es excelente; en otra que es del patronato del señor Laguna, hay otro cuadro de Santa Teresa, pintura de Julio César Procacini, natural de Bolonia, cuyas obras son primorosas y muy raras en España, esta pintura está en el retablo y a un lado de la misma capilla hay otro cuadro grande de San Isidro Labrador, de la propia mano; y en otra capilla se va a poner el cuadro grande de la Asunción y Coronación de Nuestra Señora, que antes sirvió en el retablo mayor de la iglesia antigua, pintura de Claudio Coello."
En esta descripción tenemos un detallado inventario de todas las obras de arte que había en las iglesias de Chinchón. Como hemos visto, en la cuantificación de los daños se hace una valoración global de las perdidas pero no se indica si las obras de arte fueron quemadas o robadas. Hemos oído cómo Narciso del Nero indica que saquearon las iglesias llevándose todo lo que había de valor, aunque no hace tampoco mención concretamente a los cuadros. Si nos fijamos en cual fue la pauta que tuvieron los franceses durante todos los años que duró la guerra de la independencia, podremos asegurar que todos los cuadros a los que hacía mención el párroco don Miguel Ramón Linacero, fueron robados por las tropas francesas y algunos de ellos formarán parte en la actualidad de algunos de los museos de ese país.En un documento fechado un año después, encontramos la descripción que hace el Alcaide de la Cárcel de Chinchón, de los daños ocasionados por los franceses en la ermita de San Roque.
Nos cuenta que arrancaron las varas de plata del estandarte del santo, destrozaron un Cristo rompiéndole las piernas con los palos de las andas, requisaron los pocos objetos de valor que encontraron y con el resto formaron una pira en el centro de la ermita y lo prendieron fuego. La misma suerte corrió la ermita de Santiago, a extramuros del pueblo, que ya nunca sería reconstruida. También podemos conocer las consecuencias de lo ocurrido por las ruinas que aún perduran, como las del castillo y las que ya han desaparecido como las de la Iglesia de Santa María de Gracia, de la que solo se mantuvo en pie la torre.
Sobre esto escribía Viñas Roy: “Y así como Madrid tiene un monumento que cobijando con su base las cenizas de los mártires y señalando con su aguja la morada de sus espíritus es indicio continuo de protesta y signo de arrogancia patria, así Chinchón, en su solitaria torre funda también el signo de su indomable valor, por cuya razón cuando se pregunta la causa de este aislamiento contestan señalándola con el dedo: “Ese es el honor nacional”.
Las ruinas de esta iglesia se terminaron de cubrir en el año 1890 cuando se terminó de construir la tapia que sube a la plaza de Palacio, según consta en una de sus piedra. De las ruinas de esta iglesia se aprovecharon la portada que actualmente luce en la entrada sur de la Iglesia parroquial y la puerta principal del Ayuntamiento que fue traslada a su nuevo emplazamiento en el año 1863.
Pero aún no se habían terminado las calamidades...
Pero aún no se habían terminado las calamidades...