Fernando, el segundo hijo de don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla y señor de Chinchón, estaba por estos días, hace ahora quinientos años, en la ciudad de La Coruña, donde estaban convocadas las Cortes Generales de Castilla, que se celebraban allí porque el Rey don Carlos I, iba a partir hacia Alemania para hacerse cargo del trono que había quedado vacante por la muerte de su abuelo Maximiliano I, ocurrida un año antes.
Entre otros asuntos menores, en las cortes de Castilla se iba a votar si se le concedía al Rey poder disponer del dinero del Reino de Castilla, para comprar las voluntades de los príncipes alemanes y poder ocupar el trono de emperador de Alemania.
Lógicamente, el Rey se apresuró a colmar de honores a todos los que tenían que participar en la votación. Así, don Fernando de Cabrera y Bobadilla se vio investido con el título de Conde de Chinchón, por Real Cédula de 9 de mayo de 1520, unos días antes de la partida del Monarca hacia Alemania.
En realidad, este nombramiento no tenía demasiada trascendencia para Chinchón, sino solamente para Fernando, que ascendía de ser titular de un Señorío al de un Condado.
Sin embargo si tuvo trascendencia para Chinchón el que sus tierras fueran segregadas de la Ciudad de Segovia para crear un Señorío, con que los Reyes Católicos quisieron premiar a sus amigos los Marqueses de Moya, en el año 1480, cuarenta años antes.
La presencia en Chinchón, de los Señores, primero, y de los Condes, después; hizo que se construyesen muchos edificios, que de otra forma, difícilmente se hubieran construido.
En primer lugar el castillo, aunque bien pudo ser la ampliación de una fortaleza que ya existía anteriormente, de tiempos de los Caballeros quiñoneros.
Después el Palacio de los Marqueses de Moya, en la plazuela que por eso se llama de Palacio y que según cuentan las crónicas era espectacular, tanto por las construcciones como por los jardines que le rodeaban.
De aquella magnífica edificación, sólo nos queda el recuerdo en el Teatro Lope de Vega que se construyó en una parte de lo que fue el Palacio.
Luego están los conventos de las Madres Clarisas, y el Convento de los Padres Agustinos, que sería desamortizado en tiempos de Mendizábal, y actualmente es Parador de Turismo.
Y está la Iglesia que se tardo casi un siglo en construirse, con aportaciones de los Condes y también de los fieles, y que por falta de recursos se dejó sin terminar la torre.
No cabe duda de que gracias a los Condes, Chinchón tiene un patrimonio monumental que posiblemente no existiría de otra forma.
En cambio, el municipio perdió la propiedad de sus tierras, y no dispone de terrenos propios, como ocurre en otros pueblos cercanos.
Este año, se estaban organizando actos culturales para conmemorar este importante aniversario, pero las circunstancias del estado de alerta que nos tocado vivir, aconsejó posponerlo a mejores circunstancias.
Esperemos que cuando esto llegue, además de las celebraciones oficiales, también se organicen charlas y conferencias en las que los expertos nos hagan una panorámica de lo que ha representado la existencia del Condado de Chinchón.