Hace unas semanas Cultur-Arte de Chinchon publicaba unas declaraciones de “Juanito”, seudónimo de un paisano nuestro que quería mantener su nombre en el anonimato y que hablaba de la cueva cuya entrada está en la Cuesta de la Torre, debajo de la plazuela de Palacio. Cuenta que a mediados del siglo pasado quedó abierta una entrada a esta cueva. Sin embargo hay que aclarar que esa entrada no estaba donde ahora han puesto una reja, sino en la Plaza de Galaz, unos metros antes de llegar a la cuesta de la Torre y pasaba por debajo de la misma. Estuvo abierta durante varias semanas y fuimos varios los intrépidos que nos atrevimos a entrar para explorarla.
Efectivamente utilizamos teas para alumbrarnos y éramos tan atrevidos que no calculamos el riesgo que realmente corríamos, porque sin duda había riesgo de posibles derrumbes.
La cueva era muy irregular, a veces nos teníamos que casi tumbar en el suelo para pasar y las paredes y el techo no eran uniformes. Yo también llegué hasta las ultima escalera que estaba tapiada y yo también pase mucho miedo hasta que logramos salir.
Hubo quienes hicieron mas progresos y decían que habían visto restos de la Iglesia de Santa Maria de Gracia, que como todos sabéis fue destruida por los franceses en el año 1808.
La distancia desde aquella entrada hasta el Teatro Lope de Vega deben ser poco menos de cien metros en línea recta, y esas escaleras bien podrían ser del kiosco que había por entonces en la puerta del teatro y que se llamaba “El ventisquero”.
Toda la apariencia de esta cueva es que se formó cuando fueron cubiertas las ruinas de la Iglesia, explanada la plazuela de Palacio y construida la tapia de la cuesta de la Torre que tuvo lugar en el año 1890, como se indica en una de las piedras que todavía se puede observar en la tapia.
No obstante, ahora es posible acceder a la misma y habrá técnicos que podrán aclarar todos estos extremos.
Solo he pretendido corroborar el testimonio de “Juanito”, que también puede ser confirmado por otros tantos que en aquellos tiempos debíamos tener menos de diez años, y rememorar otra anécdota de la memoria colectiva de Chinchón.